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Monseñor Colombo: "Benedicto XVI ha sido el Papa de la verdad"

Lunes, 11 de febrero de 2013 20:13
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Considerando que desde Gregorio XII (en 1415) Benedicto XVI es el primer Papa en abdicar ¿cómo tomó esta decisión usted como ministro de la Iglesia? ¿Cómo evalúa los motivos de su renuncia?

Como a todas las personas me tomó de sorpresa. No esperábamos una decisión de esta magnitud. No estábamos naturalmente acostumbrados a que un Papa renuncie. Los hemos visto fallecer en el ejercicio de su misión. Los motivos de su renuncia son de una claridad conceptual que sorprende en el sentido de que tiene una libertad de espíritu muy grande para manifestarse, lo que advierte cuán grande es la misión de Papa y cómo su físico va menguando para ejercer esa misión tan delicada. Sorprende la libertad de espíritu para poderse manifestar así al exterior.

¿Esta abdicación tiene una connotación especial por el momento en que se hace pública, a dos días de que se inicie la Cuaresma y en el Año de la Fe?

La oportunidad que él ha escogido para dar este paso, que es la Cuaresma misma que comenzamos este miércoles, nos da el tono de un tiempo de reflexión. Un tiempo para mirar hacia nuestro interior, un tiempo para fortalecer estas convicciones profundas que nos unen en torno de Jesucristo el Salvador, en el servicio que él nos ha pedido especialmente para con los más pobres y el lugar de la Iglesia como servidora de la humanidad. Entonces que este tiempo sea un modo de reestrenar nuestras convicciones más profundas y ayudados por este clima de expectativa alumbremos una Iglesia nueva. Es curioso que renuncie en el año de la fe, él que nos ha invitado a renovar nuestra fe, y ha suscitado en el mundo -como teólogo sobre todo- este deseo de una vuelta a Cristo, a la relación con Cristo.

¿Qué opina sobre la concisión del discurso en sí: "Ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino" y acerca de las especulaciones mediáticas en torno de su salud?

Nos ha mostrado una extraordinaria libertad en la expresión misma de sus motivaciones. El ha sido siempre muy sencillo y directo en las cosas que ha dicho; muy claro, un hombre que podía haber sido visto en otros tiempos -cuando no era Papa- como de una gran severidad. Creo que es un hombre muy honesto en la forma de expresarse. No creo que haya nada grave, nada más que la natural decadencia de los años que el admitió como un inconveniente para una misión tan delicada.

Se puede ver en este renunciamiento una gran humildad, el correrse de un foco de protagonismo y reconocer -antes que nada en una relación íntima con Dios- que otro puede ejercer este ministerio...

Exacto. Un hombre libre puso el primado de su conciencia sobre lo que pueden decir los demás: yo ante Dios y mi conciencia me evalúo y puedo tomar esta decisión. Así que es extraordinario. Es, en el fondo, el acto de moral de cada cristiano frente a Dios.

Benedicto XVI siempre ha sufrido comparaciones -a veces odiosas- en las que se resaltaba la figura de Juan Pablo II en detrimento de la suya y tal vez se han invisibilizado aspectos importantes de su papado...

Sí. Creo que hubo una gran labor en el esclarecimiento de un momento muy doloroso de la Iglesia, como ha sido el de la pedofilia y sus consecuencias e impacto en el mundo. Ha buscado con toda fuerza echar luz sobre la Iglesia y asumir la parte de responsabilidad que a la Iglesia le toca. Es una puntita quizá poco analizada, pero que nosotros, los que hemos tenido que estudiar y relacionar los temas, sabemos que ha sido el Papa de la verdad.

¿Cuál cree que será el legado más importante de este papado, al que desde un primer momento se le puso el calificativo "de transición"?

Sabemos que él era el teólogo de Juan Pablo II, es decir, detrás de Juan Pablo II estaba también este hombre como la reflexión y la certeza, como la cercanía de una reflexión medida. El Papa es, sobre todo, el hombre que ha buscado también dar la opinión del Vaticano en la pista de toda la Iglesia. Es el Papa que propone siempre -curiosamente siendo un hombre tan racional- ver en el origen de la fe de cada persona un vínculo experiencial con Jesús, que es una experiencia y no una ideología, no una razón de moda para un encuentro que no puede soslayarse: o se tuvo o no se tuvo. Y que si no se tuvo debe buscarse porque es la razón misma de nuestro cristianismo.

¿Este acto de renunciamiento va a marcar de forma indeleble el futuro de la Iglesia Católica?

Sí. Va a mostrar la grandeza de la misión que asumimos, que viene de la mano del Señor y a él se la debemos. Este Papa nos había acostumbrado a su claridad, a sus enseñanzas también a su reticencia a toda cosa ostentosa o aparatosa. Es un hombre muy sencillo, muy austero y esta renuncia nos sorprende y nos encuentra más que nunca unidos a él en este deseo de que la Iglesia crezca y se haga cada vez más presente en la vida de los pueblos. Por otra parte, también existe la preocupación de cómo será el futuro inmediato.

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