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El cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI se iniciará a mediados de marzo en la Capilla Sixtina, en un clima anómalo porque se celebrará, por primera vez en siete siglos, con el pontífice saliente en vida.
La ausencia de honras fúnebres multitudinarias, de misas de duelo y de un solemne entierro transmitido por las televisiones de todo el mundo, como el de Juan Pablo II en el 2005, marcará el cónclave más insólito de la historia reciente de la Iglesia católica.
“El cónclave no se puede iniciar antes del 15 de marzo, podría comenzar el 15, 16 ,17, 18 o 19”, precisó ayer el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, quien a diario ofrece detalles sobre el inédito proceso de elección del nuevo Papa, con un pontífice que alegó falta de “fuerzas” para proseguir con su misión apostólica.
La Constitución Apostólica prevé que se celebre entre un “mínimo de 15 días y un máximo de 20 días” después de que el Papa muera o “ renuncie a su cargo”.
La fecha definitiva del cónclave será fijada por los cardenales, precisó Lombardi, quien reconoce que ha tenido que consultar a expertos en derecho canónico. En dos mil años de historia, la Iglesia ha modificado muchas veces las modalidades de designación de un papa antes de llegar a la fórmula actual de cónclave.
El 21 de noviembre de 1970, Pablo VI definió las características actuales del colegio electoral: la edad límite de un cardenal para participar en una elección es de 80 años y el número máximo de cardenales electores es de 120. En los últimos años, debido a la internacionalización creciente del colegio de cardenales, se ha vuelto cada vez más difícil prevenir el resultado de un cónclave.
La mayoría de los 117 cardenales menores de 80 años y con derecho a voto llegarán a Roma.