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A pesar de haber muerto hace 21 años, Roberto Romero continúa siendo una figura central en la vida de Salta. Probablemente, su notable éxito como empresario moderno combinado con su vocación política lo proyectaron a un lugar para el que tuvo que prepararse solo.
Un dato que pocos políticos actuales recuerdan es que llegó a la gobernación de Salta enarbolando un proyecto de provincia; desde el día que asumió ya tenía pensado lo que iba a hacer en los siguientes cuatro años.
La decisión de alentar la producción, avanzar hacia la industrialización y la modernización agropecuaria, el plan de desarrollo turístico, el programa habitacional, la ampliación de la oferta educativa y el plan de medicina, por citar los rasgos más llamativos de su gestión, se expresaron en objetivos cuantificables y evaluables.
El proyecto definía lo que se iba a hacer porque se sustentó en una idea clara de cómo tenía que ser Salta.
Un segundo rasgo es la solidez de sus certezas políticas: Romero creía en la democracia, en el desarrollo y en la justicia social como tres componentes indisolubles. Jamás se escuchó de su boca un agravio a los adversarios, supo convivir con el presidente radical Raúl Alfonsín y conformó una Corte de Justicia integrada por abogados elegidos por su prestigio y con una visión jurídica plural.
A esto se agrega la opción por el federalismo. El proyecto GEICOS y el proyecto del Norte Grande apuntan porque están vigentes -o deberían volver a estarlo- a consolidar un bloque amplio que abra las rutas comerciales hacia el Océano Pacífico, hacia el sur de Brasil y hacia el centro de América del Sur. Hoy existen tres puertos chilenos que miran hacia China, India y otros países asiáticos donde vive el 60 por ciento de la humanidad y que están ávidos de la producción argentina. El proyecto regional apunta a generar riqueza, que equilibre los ingresos de millones de personas con los de la llanura pampeana. En otras palabras, ofrecer un ferrocarril eficiente, rutas transitables, suministro de energía y agua potable y, sobre todo, seguridad jurídica, cosas de las que hoy nuestra provincia carece.
Este empresario desarrolló su mirada política a partir de su experiencia de vida y de su contacto con dirigentes políticos y hombres de negocios que sabían que una empresa o una nación no van a ninguna parte si no piensan en el futuro.
El futuro es el gran ausente de la discusión política en todos los lugares donde impera el populismo.
El populismo y su eterno presente son la negación del progresismo, aunque la izquierda populista utilice esta palabra como una definición propia, tras la disolución del socialismo y la vergenza que le produce la palabra “marxismo”.
El populismo posmoderno tiende a la eternización de un dirigente en el poder, privilegia la inmediatez de la sensación redistributiva a través del consumo efímero, todas sus decisiones son cortoplacistas, no fija metas de calidad educativa y oculta la información que permite a la sociedad evaluar los niveles de calidad.
El progresismo, en cambio, fija límites al poder, reivindica la justicia social a largo plazo, con metas de calidad educativa, redistribuye rentas y asegura marcos normativos previsibles a la inversión, promueve los consensos y ejecuta políticas de Estado.
Claramente, el primer gobernador de la democracia nacida en 1983 fue progresista, si se toma la palabra en el sentido arriba mencionado.
En el mundo de hoy, muchos países tienen la mirada puesta en el futuro: China, India y Brasil son las naciones cuyo crecimiento está fijando el perfil del siglo XXI. Su evolución económica, educativa y social merece ser observada con atención.
Romero fue un salteño del siglo XX, con la mirada puesta en el siglo XXI. Su visión estratégica y su voluntad política son probablemente las claves que explican la vigencia poderosa de su figura.
Actos para recordar su vida y su obra
Hoy se realizarán sendos actos en el complejo editorial de Diario El Tribuno y en el cementerio De la Santa Cruz, para recordar al exgobernador Roberto Romero, organizados por la Comisión Permanente de Homenaje.
A las 10, la ceremonia se desarrollará frente a su estatua, en el complejo editorial de Limache. Se colocarán ofrendas florales, tras lo cual habrá una invocación religiosa. A su término se escucharán discursos alusivos a su figura.
Finalizado este acto, familiares, amigos e invitados se trasladarán al cementerio De la Santa Cruz, donde se rezará una misa y se colocarán homenajes florales en el mausoleo de la familia Romero.