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Hace algunos meses pronosticábamos un rebote de la economía local para este año fundamentado principalmente en que la suerte que jugará la soja.
Las cuentas del fisco, vía recaudación de retenciones derivadas de la soja, no será tan impacto, lo que ocurre igualmente con el aceite, harina y biodiesel derivados de la oleaginosa.
Es que al menor rebote esperado para la economía vecina que analizamos recientemente, se suma la falta de lluvias durante el primer mes del año, que ha afectado los rindes de la soja, conduciendo a bajas en las estimaciones para la oleaginosa.
La producción de soja rondaría los 48 millones de toneladas este año. Con esta cifra, la actual campaña aún es buena -dado que significa una suba de 20% en relación a los 39,9 millones registrados el año pasado-, pero se estará lejos de los 55 millones de toneladas récord que se esperaba.
La actividad económica no repuntará rápidamente, directamente a través de la producción primaria, e indirectamente por su efecto sobre la industria y algunos servicios asociados. En particular, la menor cosecha de soja se verá traducida en una caída en la molienda, lo que a su vez significará un menor crecimiento para el sector de alimentos y bebidas. El otro problema anexado es que el superávit comercial constituye actualmente la única fuente de divisas disponible. En este sentido, la menor cosecha significará un menor ingreso de divisas por exportaciones, tanto de productos primarios como de manufacturas agropecuarias. De manera que el escenario en materia cambiaria no sería tan holgado como se anticipaba previamente.
La poca humedad
Las estimaciones para la campaña de soja debieron volver a reducirse luego de la falta de lluvias durante enero y la primera quincena de febrero. La nueva cifra ronda las 48 millones de toneladas. Las perspectivas a nivel general son buenas, aunque fueron profundos los efectos de la falta de lluvias de enero y parte de febrero. Si bien se ha recuperado la humedad de los suelos en muchas zonas del país tras las lluvias de las últimas semanas de febrero, la baja cantidad de precipitaciones al comienzo del año afectó seriamente a la soja de segunda. La zona más afectada fue el norte del país. Habrá que ver como evoluciona el clima a lo largo del mes de marzo, ya que si no hay suficiente lluvias, podría haber más pérdidas de lotes.
Más allá de los efectos del clima, la cosecha será muy superior a la de la campaña 2011/12.
Se proyecta una producción de 48 millones de toneladas, un 20% por encima del ciclo anterior, pero ya lejos del récord de la campaña 2009/10. Las proyecciones del clima dan cuenta de una marcada variabilidad, alternado precipitaciones muy desparejas con períodos más secos. Entra en juego el fenómeno conocido como “Oscilación Multivariada del Océano Atlántico”, que incrementaría las lluvias en la Cuenca del Plata y las reducirá hacia el interior del continente.
Al parecer El Niño terminó su verano 2013, algunas semanas antes de lo esperado. El fenómeno climático, si bien trajo las lluvias necesarias para mejorar el estado hídrico de los suelos, no produjo la cantidad de pluviosidad que se preveía para enero y febrero en la zona núcleo de la producción de soja.