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Jorge Bergoglio, propietario de una vida austera y sin lujos, fue insólitamente caratulado por el expresidente Néstor Kirchner como el “líder de la oposición”. Nunca quedó claro si el santacruceño realmente creía en esa afirmación o si únicamente la lanzaba en su afán de inventar enemigos para construir poder.
Más allá de eso, hay un dato que es incontrastable: durante la última década, la relación de la Iglesia católica conducida por Bergoglio y el Gobierno argentino estuvo a años luz de ser la mejor.
Cristina Kirchner, tras confirmar ayer que participará de la asunción del nuevo papa, es probable que quiera empezar a descontracturar un vínculo que estaba en muy malos términos hasta la actualidad. ¿Por qué ahora? La respuesta puede sonar hasta obvia: pelearse con el único papa latino y argentino de la historia no es un buen negocio para nadie.
Tan frontal fue el enfrentamiento del kirchnerismo con el excardenal de Buenos Aires que hace varios años el Tedeum del 25 de Mayo no se realiza en la Catedral porteña sino en distintas provincias del país. Tanto Néstor como Cristina Kirchner lo único que buscaban con ese traslado era evitar escuchar cara a cara su homilía, que era considerada sin mayores argumentos como una prédica lisa y llana en contra del Gobierno nacional. Ese relato sigue en pié hasta el día de hoy, aunque bajó un poco su agresividad cuando Bergoglio le pasó la posta del Episcopado a José María Arancedo.
Bergoglio nunca tomó ese rol que la Casa Rosada le quiso endilgar y siempre mantuvo un discurso de mucha preocupación por la pobreza y la exclusión social. Esos calificativos son los mismos que el religioso había usado durante sus homilías pronunciadas en los gobiernos radicales y peronistas que hubo en la Argentina en los últimos treinta años. La diferencia con los otros presidentes fue que el kirchnerismo, con sus dos cabezas visibles, los tomó como agravios personales.
Opositor
El exarzobispo de Buenos Aires, un férreo opositor del matrimonio igualitario, la despenalización de las drogas y el aborto no punible, nunca expresó públicamente afinidad política con ningún Gobierno pero no esquivó definiciones fuertes en temas clave como la tragedia de Once y el conflicto por Malvinas. Sin embargo, sectores ultrakirchneristas siempre lo miraron de reojo con un sinfín de acusaciones: denunciaban que era un representante de la oposición, que sus discursos buscaban desestabilizar al Gobierno y hasta lo llegaron a vincular con la dictadura militar de 1976. Incluso, hubo quienes buscaron citarlo a indagatoria por la desaparición de dos jesuitas: la foto de Bergoglio entrando a los Tribunales nunca se concretó.
De un bajísimo perfil mediático, Bergoglio siempre se cuidó de no criticar al gobierno kirchnerista pese a que era pública su oposición a muchas de sus medidas. Los cuestionamientos del religioso eran siempre tácitos y hacia políticas puntuales, nunca hacía el rumbo general que la Casa Rosada estaba tomando. ‘Hombre y mujer reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra‘, señaló el actual papa en medio del debate por el matrimonio igualitario, dejando bien en claro que su postura en nada variaba de la del resto de la Iglesia. Durante ese tratamiento, se vivieron los momentos de mayor tensión entre el kirchnerismo y la Iglesia católica. Los exabruptos oficialistas se hicieron cotidianos y los comunicados eclesiásticos en contra del matrimonio igualitario también.
La designación de Bergoglio como máximo exponente de la Iglesia católica a nivel mundial debe tener innumerables argumentos entre los cardenales que lo eligieron. Desde el punto de vista del análisis político, no puede dejar de verse como un respaldo del Episcopado a la tarea que la Iglesia argentina venía llevando adelante. Argentina es uno de los pocos países del mundo donde los homosexuales pueden casarse y donde dos fallos de la Corte Suprema reglamentaron el aborto no punible y la despenalización del consumo de drogas.
Aún así, la gran mayoría de los 115 cardenales que se reunieron ayer en el Vaticano apuntaron su dedo al ahora llamado Francisco I.
Fue tan fuerte la avanzada oficialista contra Bergoglio que el exarzobispo siempre recibió el apoyo de todos los líderes políticos de la oposición, sean de izquierda, de centro o de derecha. ¿Ocurrió eso porque eran aliados? En absoluto, ocurrió porque el oficialismo radicalizó tanto su discurso que casi no quedaba otra posibilidad.