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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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El porteño de Flores que logró conquistar el Vaticano

Jueves, 14 de marzo de 2013 23:00
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“Cuando vayas subiendo, saludá a todos. Son los mismos que vas a encontrar cuando vayas bajando”, le aconsejó alguna vez su padre. Jorge Bergoglio parece haber aplicado al pie de la letra el consejo de su progenitor. El ahora Papa es hijo de un trabajador ferroviario y una ama de casa. Es descendiente de una pareja de inmigrantes italianos, tiene cinco hermanos y nació en el barrio porteño de Flores, el 17 de diciembre de 1936. Sus primeros pasos no fueron dentro de la Iglesia. Estudió en una escuela técnica, en la que se recibió como técnico químico. Con 21 años ingresó en el seminario de Villa Devoto. Sus familiares y más cercanos aseguran que nunca pensó que sería Papa, pese a que cuando participó de la elección de Joseph Ratzinger estaba en la lista de los papables. Por eso, dicen, nunca cambió. Tiene una imagen sencilla, de costumbres simples y de muy bajo perfil.

Luego de ser ordenado sacerdote, realizó estudios de teología y entre 1973 y 1979 fue superior provincial de los jesuitas. Durante los años de la dictadura militar (1976-83), Bergoglio decidió mantener a toda costa la unidad del movimiento jesuita, taladrado por la Teología de la Liberación, bajo la consigna de “mantener la no politización de la Compañía de Jesús”, según su portavoz Guillermo Marcó.

Con el regreso de la democracia, Bergoglio viajó a Alemania para obtener su doctorado y a su regreso retomó la actividad pastoral como sacerdote en la provincia de Mendoza.

En mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires y comenzó a escalar rápidamente en la jerarquía católica de la Capital: fue vicario episcopal en julio de ese año, vicario general en 1993 y arzobispo coadjutor con derecho de sucesión en 1998.

Se convirtió luego en el primer jesuita primado de Argentina y, en febrero de 2001, vistió finalmente el púrpura de cardenal.

Goza de general prestigio por sus dotes intelectuales y dentro del Episcopado argentino está considerado un moderado, a mitad de camino entre los prelados más conservadores y la minoría progresista.

En Roma

A diferencia de la elección pasada, Bergoglio no llegó esta vez como candidato fuerte a la Ciudad del Vaticano. Y como aquella vez, cuando fue ordenado cardenal no le importó llegar hasta la plaza de San Pedro caminando, bajo lluvia con un paraguas compartido con otro compañero.

El arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina aplica en su vida las normas de San Francisco de Asís. Se levanta a las cuatro de la mañana y se acuesta a las 9 de la noche. En varias ocasiones se lo vio viajando en subte hacia la Catedral de Buenos Aires. También por Roma se paseó por lo general envuelto en un sobretodo oscuro y sin el birrete de cardenal. Sin embargo, apoya la postura tradicional de la Iglesia frente a temas críticos como el aborto y el matrimonio gay.

En los últimos años chocó varias veces con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, con sus críticas por la corrupción y la pobreza, así como con su campaña frontal -pero infructuosa- contra la legalización del matrimonio homosexual. “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios”, dijo poco antes de la sanción de la norma. También se opuso a la ley de identidad de género.

Es un gran lector de los escritores argentinos Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal y del ruso Fiodor Dostoievski, amante de la ópera y fanático del club de fútbol San Lorenzo, curiosamente fundado por un sacerdote.

Jorge Mario Bergoglio es uno de los 183 obispos de la Iglesia católica y el actual arzobispo de Buenos Aires, además del primado de la Argentina. Fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos y se le impidió por estatuto asumir un nuevo mandato.

El rector de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, Alejandro Russo, analizó los primeros momentos de la unción: “Podríamos decir que el Santo Padre hizo de las suyas. Aparece en la basílica vestido de blanco, sin la muceta colorada”.

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