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El poncho salteño, un oficio milenario en manos de artesanos

Sabado, 16 de marzo de 2013 09:12
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El Camino de los Artesanos se encuentra equidistante entre las localidades de Seclantás y El Colte y sobre la ruta provincial 42, un trazado paralelo al río Calchaquí, al este de la ruta nacional 40.

Entre los productos regionales que se exhiben está la confección en telares artesanales que rescatan una cultura milenaria de los Valles Calchaquíes.

Seclantás es conocida como la cuna del poncho salteño y los artesanos, a lo largo de todo el trayecto, muestran orgullosos el oficio sin ocultar los secretos.

Confeccionan frazadas, alfombras, tapices, ponchos, fajas y telas, como el picote y el barracán.

Fuente de ingreso

La materia prima proviene en su totalidad de la región. Lanas de llama y oveja, más las tinturas, son elaboradas con sobrado oficio a la vista de los turistas.

La mayoría de los artesanos vive exclusivamente de su trabajo, el cual constituye su principal fuente de ingresos.

La confección de un poncho típico salteño (bordó con guardas, flecos, cuello y moño en color negro) insume entre quince y veinte jornadas de trabajo.

El precio del poncho ronda los $1.700. Un artesano que se dedica exclusivamente a estas prendas produce anualmente, aproximadamente, veinte ponchos.

El “Tero”

Entre los artesanos de El Colte se destaca como un precursor Alfonzo Guzmán, el “Tero”.

“Tengo 74 años, soy nacido y criado acá, en Seclantás, y conozco los oficios del telar gracias a mi padre que desde chico me enseñó los secretos”, comenta orgulloso el lugareño Guzmán.

El telar que maneja con autoridad tiene una sencilla estructura horizontal de palos y está ubicado a metros del camino y debajo de unas chapas que lo protegen, junto a un algarrobo, de las inclemencias del tiempo.

Entre la urdimbre y la trama va dando forma con el peine a su trabajo; mientras uno de sus doce hijos ovilla, otros tiñen en agua caliente la lana para un poncho salteño y el mayor, Juan Carlos, sigue los pasos del padre mientras su hija da los primeros pasos de la cuarta generación con el mismo oficio.

El “Tero” Guzmán comenta con disimulado orgullo: “Yo era proveedor de La Mundial, La Bola de Oro y Barquín. El "Pila' Escobar (integrante de los Cantores del Alba), que es pariente mío, me hizo conocer. Le hice ponchos para Saravia, de Los Chalchaleros, para presidentes y hasta uno para el Papa (Juan Pablo II) que vino a Salta”.

A pesar de los achaques propios de la edad, el “Tero” camina lento pero con el mismo entusiasmo que en aquellos primeros días que su padre lo puso al comando de un telar.

 

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