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Pareciera ser que el norte del país y de la provincia, por estar divididos por una cuestión geográfica, está conminado y/o condenado a la desatención u olvido de las máximas autoridades. Aquellos que intentamos vivir dignamente producto del esfuerzo propio y de una familia tenemos que sobrevivir y o practicar supervivencia extrema, porque no logramos tener los servicios básicos imprescindibles, que pagamos de manera compulsiva.
Por ejemplo, tenemos agua no apta para el consumo y en algunas oportunidades ni para el aseo personal. Cuando no sale con barro, sale negra, sale oxidada, sale con arena, sale con larvas o insectos, con exceso de cloro. A eso debemos sumar cortes imprevistos o falta de presión. El servicio sanitario es igual, con una planta depuradora totalmente saturada y sin mantenimiento, lo que provoca fuertes emanaciones; derrame de líquidos cloacales, roturas de cañerías, hundimiento de arterias y, cuando llueve fuerte, en algunos barrios tienen que soportar el reflujo de aguas servidas en sus casas.
En cuanto a la energía eléctrica, debemos soportar con altísima temperaturas las continuas variaciones y los prolongados cortes de suministro, cortes a repetición como los que ocurren actualmente. Y cuando logramos ser atendidos por la prestadora, obtenemos como única respuesta: “Le enviamos la cuadrilla”,
quienes se limitan a decir, cuando vienen, que “está un poco baja”, sin brindar ningún informe formal (escrito) y la situación continúa.
Al comunicarnos con el Ente Regulador, se limitan a evitar responsabilidades. Aguas del Norte, Edesa, la transportadora Simsa (prestador del servicio técnico) y/o el Gobierno en sus diferentes estamentos, serán responsables o culpables de los perjuicios materiales y primordialmente físicos.
Juan Antonio Pinto, Embarcación