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Todo empezó temprano, muy temprano. Con un inmejorable marco, miles de fieles vivieron con emoción en la Plaza de Mayo la asunción del Papa. La postal se repitió en muchas plazas del país donde se celebró la llegada del cardenal argentino al Vaticano.
Con banderas, pins y hasta láminas alusivas al nuevo líder de la Iglesia católica, una multitud de niños y adolescentes siguieron con atención la misa que dio inicio al pontificado del arzobispo argentino Jorge Bergoglio, quien sorprendió al dirigirse en comunicación telefónica por altoparlantes a los fieles que cumplían la vigilia.
Una llamada inesperada
Esa plaza que vive los mejores y peores momentos de los argentinos fue escenario también de otro capítulo histórico y se transformó en una madrugada única. El papa Francisco llamó sobre a las 3.30 de Argentina y sorprendió a la gente con un mensaje de amor y paz que les derritió el corazón: “Recen por mí, cuídense entre ustedes, no se saquen el cuero, no se hagan daño”. Ahí sí, la plaza fue puro calor y alegría. Cuando se hicieron las 4.50, los ojos de todos se clavaron en las pantallas gigantes. Francisco saluda a todos desde un papamóvil descapotable. Era un jeep. Un vehículo muy diferente a los que usaban Pontífices anteriores, con vidrios blindados y extrema seguridad y lejanía. El argentino eligió ponerle el cuerpo a la ceremonia y acercarse a la gente. A tal punto que pidió que detuvieran el papamóvil para poder acercarse a bendecir a un enfermo.
Hubo aplausos cuando el Papa recibió el anillo y en otros momentos centrales de la ceremonia, pero no explosiones de algarabía. Pasadas las 7.30, cuando la transmisión había cerrado, comenzó la tranquila desconcentración de la plaza.
Los curas villeros dijeron presente
Referentes de distintos barrios humildes de Buenos Aires se acercaron hasta la Catedral para celebrar la asunción de Francisco.
José María Di Paola, el padre Pepe, uno de referentes sociales en barrios marginales, también presenció la asunción y reflexionó: “Una de las enseñanzas que nos dejó el nuevo Papa es que el centro de la ciudad no es este. No es la Plaza de Mayo. "El nos enseñó que el centro es la periferia. Las villas. Los lugares donde la gente está excluida. Esperamos que las cosas lindas que hizo acá se empiecen a hacer en la Iglesia católica en todo el mundo”.
“Estuvimos en la vigilia toda la noche. Con oración, con canto, con celebración. Ahora está amaneciendo y parece que uno se despierta de un sueño, pero es realidad”, confiesa emocionado el padre Gustavo Carrera, referente de la villa 1-11-14 de Flores. Una alegría grande para quienes se definen como “amigos” de Francisco.