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Hay una esperanza compartida, por la mayoría de los argentinos, de que el papado de Francisco ayude a cambiar profundamente a nuestro país. Estoy convencido que esto quedará solo en una expresión de deseo si lo que esperamos para que nuestro país cambie es que cambien los otros y no cada uno de nosotros. Si el ejemplo de humildad, desapego a los bienes materiales, profundo amor por el prójimo no son valores que me interpelan y me motivan a seguirlo y, por el contrario, considero que son los otros los que deben hacerlo, toda esta ilusión de un país mejor que nos ha despertado Francisco quedará en la nada. Ojalá su mensaje sea tan poderoso que nos conmueva y entusiasme a seguirlo.
Humberto Solá Cánepa, Ciudad