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Para la gran mayoría de los católicos la asunción del Papa y, en especial de los argentinos, ha sido una noticia que nos embargó de emoción y gozo por la obra de Dios que vive a través del corazón de los hombres de bien.
Para mí, es una doble emoción, ya que tuve la dicha de conocer al joven seminarista Jorge Bergoglio desde el seno de su propio hogar, ya que concurría a su casa diariamente, pues estudiábamos en la Facultad junto a su hermano Oscar.
Hoy celebramos con sincera alegría la designación de Francisco I con la fe con la que nos inspiró siempre y con la consigna del saber perdonar, perdonamos a todos aquellos personajes afines al gobierno que con palabras insidiosas y calumniosas demostraron desprecio por alguien que siempre pregonó el amor hacia el prójimo, solamente solicitando que recen por él, mensajero de paz y esperanza que tanto necesitamos en esta Argentina. Le pedimos a Dios que le dé la fuerza suficiente y conserve su sabiduría para llegar a ver una América Latina nueva y una Argentina regida por personas dignas y honorables en libertad y democracia.
Omar Martínez, Ciudad