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En una nueva señal de apertura ante los ojos del mundo, el papa Francisco recibió ayer en la sala Clementina del Vaticano a representantes de las diversas religiones que participaron el martes de la misa de inicio de su pontificado.
El primero en hablar fue el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, quien participó de la ceremonia de inicio del pontificado de Francisco. Hay un dato que no puede pasar por alto y que muestra la magnitud del encuentro. Si bien la figura del patriarca de Constantinopla estuvo en otras ocasiones en el Vaticano, no participaba de una misa de inicio de un pontificado desde el Gran Cisma de Oriente en 1054, cuando la Iglesia se dividió entre la de Roma y la de Constantinopla.
“La unidad entre los cristianos es la primera y más importante de nuestras preocupaciones, uno de los presupuestos fundamentales para que nuestro testimonio cristiano sea creíble”, dijo el patriarca, a quien Bergoglio llamó “mi hermano Andrea”.
Por su parte, el Papa aseguró que “la Iglesia católica es consciente de la importancia de la promoción de la amistad y el respeto entre los hombres y mujeres de diversas tradiciones religiosas”. El Papa llamó una y otra vez “queridos amigos” a todos los religiosos presentes.
Francisco agregó: “Quiero asegurar mi firme voluntad de proseguir en el camino del diálogo ecuménico”.
Hablándole a los representantes de la comunidad judía, el Papa argentino expresó su deseo de que continúe con ellos un “diálogo provechoso”, tras recordar que “patriarcas y profetas eran judíos”.
Asimismo, el Sumo Pontífice destacó la necesidad de “estar cerca de los hombres y mujeres que, si bien no se reconocen en ninguna tradición religiosa, buscan la verdad, la bondad y la belleza, que es verdad, bondad y belleza de Dios”.
“El hombre debe tener sed de absoluto. Que no prevalezca una visión humana que reduce al hombre a lo que produce y lo que consume”, añadió en el tono profundamente espiritual que le viene imprimiendo a sus primeros mensajes.
Como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio tejió excelentes relaciones con todas las confesiones y en su pontificado parece estar dispuesto a continuar esa línea de acercamiento y profundización del diálogo ecuménico e interreligioso, imprimiéndole su sello personal de cercanía y simpleza. En audiencia privada, el Papa recibió al metropolita Hilarión, de la Iglesia ortodoxa rusa y al argentino Claudio Epelman, del Congreso Judío Latinoamericano.