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Escuchemos y sigamos el ejemplo de Francisco

Sabado, 23 de marzo de 2013 23:25
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El 24 de marzo recordamos una época oscura para el país. La ley que declara feriado por el recuerdo a las víctimas del accionar antisubversivo en el país. Pero olvida, y no casualmente, dos detalles importantes. El primero de ellos es algo reconocido por la Justicia argentina en el juicio a la junta de comandantes en el año 1985, al reconocer que en la Argentina, en la década del 70, hubo una guerra entre militares y subversivos. El segundo es que estos últimos han hecho uso de las armas para alcanzar el poder en el país, buscando instaurar un régimen comunista. Mediante las armas asesinaron a cerca de mil personas, entre las que se contaban militares, policías, gremialistas, empresarios, miembros de la Iglesia, niños inocentes... y también otros subversivos.

Algunas de sus víctimas han tenido algún poder de decisión en su actividad, otros no tuvieron ninguno y mucho menos responsabilidad alguna en el gobierno militar, cayeron solamente porque así lo decidió algún terrorista, ¿las razones? ¿las causas judiciales?, ¿la finalidad? Habrá que preguntarle a los responsables, algunos de ellos hoy forman o formaron parte del Gobierno. Mientras, me pregunto si alguien recuerda eso, pareciera que casi nadie, qué triste, en la Argentina un muerto tiene más valor que otro, el sufrimiento de algunos es importante, mientras el de otros se ignora. Pero la ley sólo recuerda a quienes desataron la violencia, a quienes impusieron las leyes de ese siniestro juego. Mataron, torturaron con la mayor crueldad, pero hoy eso no importa, esos muertos no importan.

Hoy siguen los juicios contra todo aquél que haya vestido uniforme en aquella época, sólo contra ellos. El aparato oficial y algunos asociados no dejan de condenar el accionar de los que impidieron que viviéramos en la versión argentina de Cuba. Seguir remarcando sólo una parte de esta historia seguirá profundizando resentimientos entre los ciudadanos, lo que no nos trae aparejado nada bueno.

Quizá sea el momento para que pongamos en práctica las prédicas del nuevo Santo Padre, venido de este bendito país, cuando nos habla del perdón. Pedir perdón de nuestros pecados es un acto privado para con Dios, perdonarnos entre nosotros, los que estuvieron en ambos lados, los que de una u otra forma sufrimos, es el indispensable acto de grandeza necesario para dar el primer paso en un camino hacia la necesaria unidad definitiva.

Francisco cuando fue Arzobispo de Buenos Aires durante muchos años sufrió humillaciones, desplantes, fue tratado como enemigo del Gobierno por el matrimonio Kirchner. Sin embargo, por el infinito amor que el siente por Cristo, supo perdonar. Dios nos concedió un Papa argentino con una gran capacidad de perdón, es por eso que debemos escucharlo y seguir su ejemplo.

 

Celina Orlando Amoedo
Ciudad

 

 

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