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Un duro enfrentamiento entre vecinos del pasaje Abreu y algunos simpatizantes del club Central Norte sucedió la tarde del Viernes Santo, cuando vieron la histórica plaza Martín Fierro pintada de blanco y negro: sus bancos, postes de luz, vías del ferrocarril, cordón de la vereda. El enojo de las familias fue en aumento cuando algunos hinchas comenzaron a agredir y justificar sus acciones invasivas. Un mediador del club calmó los ánimos pero el acuerdo no se hizo posible. Tras larga discusión y constantes apremios contra los testigos que filmaban, intervino la Policía, que se limitó a tomarles declaración. Al rato los vecinos se retiraron, sin llegar a un acuerdo pero sí con la esperanza de que nuestro intendente tome cartas en el asunto. Los hinchas del club siguen pintando, apropiándose de la propiedad pública. Los vecinos aseguran que estas pintadas les darán derecho a sus clandestinas reuniones, en las que reina el alcohol y la cumbia hasta altas horas de la madrugada. Y este cuento se quedó con numerosas fotos y grabaciones como quejas y repudio, pero sin soluciones más que las de ver cómo sacan provecho de los espacios públicos. ¿Qué sigue? ¿Okupas de hinchas de equipos de fútbol en las plazas? Pobre Martín Fierro. ¿Qué diría al ver su espacio invadido por una cultura que lejos de lucirse en el deporte es hoy solo ejemplo de crímenes y delincuencia? Ya lo decía Martín Fierro: “La ley es como la telaraña: atrapa a los bichos chicos y deja pasar los grandes”.
Ciudad