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Sabido es que, para los argentinos, en cualquier competencia el segundo puesto es fatal.
Es un pasaje al olvido, en clase ejecutiva. Por eso, en el Día del Animal quiero referirme al segundo en privilegio de nuestras mascotas, al eterno olvidado, al mal mirado, al injustamente vilipendiado gato, siempre innombrable en los medios periodísticos. Quienes tienen un animalito de estos en su casa saben de la importancia que posee su compañía, sus mimos y su acción. Su sola presencia, por ejemplo, aleja a las ratas, un “fantasma que cobra vida” para muchas amas de casa, que con sólo verlas huyen despavoridas. También aleja bichos que pueden ser potencialmente peligrosos, y con su andar paciente y sigiloso transmite serenidad. Pero hay otras curiosidades en torno a su vida que vale la pena mencionarse. Según la colección Anteojito Summum: “Se sabe de un gato que sobrevivió a una caída de 61 metros ”; que “desde una altura de 18 metros los gatos caen a una velocidad de 64 km/h antes de tocar el suelo”, y que “si las patas delanteras no pueden absorber la fuerza del impacto, la mandíbula inferior toca el suelo y es posible que se fracture”. Valgan estas acotaciones para lograr un mejor cuidado de estos delicados animalitos que, en definitiva, nada tienen que ver con el pésimo comportamiento de cierta gente, que al portar su nombre característico como calificativo, los acaba convirtiendo en un insulto.
Daniel E. Chávez
S.M. de Tucumán