Idas y venidas que pueden costarle la vida. Mirta Beatriz Marcial es una empleada doméstica que desde hace casi tres meses tiene la vesícula a punto de reventar y hasta ahora no logra operarse por negligencia administrativa de la Obra Social del Personal de la Construcción (Ospecon).
inicia sesión o regístrate.
Idas y venidas que pueden costarle la vida. Mirta Beatriz Marcial es una empleada doméstica que desde hace casi tres meses tiene la vesícula a punto de reventar y hasta ahora no logra operarse por negligencia administrativa de la Obra Social del Personal de la Construcción (Ospecon).
Desde hace seis años que Mirta está afiliada a Ospecon por medio de su esposo, Ricardo Armando Serrano. Durante este tiempo utilizó la obra social en varias ocasiones para ella y sus seis hijos. Pero resulta que ayer, mientras se encontraba internada, esperando finalmente la cirugía programa para las 18 en una clínica ubicada en Reyes Católicos al 1.500, se dio con una sorpresa para nada grata: la obra social no autorizó la operación.
De forma inmediata, Ricardo, con la ayuda del patrón de Mirta, se acercaron hasta las oficinas de Ospecon para averiguar los motivos de tal decisión. “La señora Mirta Marcial no está afiliada a esta obra social, figura como afiliada de la obra social de Casas Particulares”, fue la respuesta que dejó indignados y desconcertados a los hombres.
Luego de averiguar más al respecto, se dieron con otra incoherencia: el sistema de cobertura de salud al que supuestamente pertenece Mirta Marcial funciona en la provincia de Buenos Aires, pero no en Salta.
Lo cierto es que a la mujer de 41 años, que se retuerce el estómago por los terribles dolores en la vesícula, ayer, de un momento a otro, en la clínica le sacaron el suero y la mandaron a la casa sin ninguna medicación.
“No entiendo: me hice ecografía, análisis, electro y todos los estudios previos a una cirugía autorizados por la misma obra social, ¿y ahora que me tengo que operar me dicen que no estoy afiliada?”, dijo Mirta, que hace dos días está sin probar alimento ni agua.
Ante la situación, la mujer fue llevada por su marido a la Guardia del hospital San Bernardo, donde los médicos la tuvieron unas horas pero después le dijeron que no podía quedarse porque “no hay cama”.
En el sanatorio privado, donde Mirta Marcial dejó 380 pesos, por el solo hecho de internarse, y que cuando se retiró no se lo reintegraron, la única alternativa que le ofrecieron es abonar por el servicio y por la estadía en el lugar. “Es impensado. Soy una empleada doméstica y mi marido trabaja en la construcción. De ninguna manera puedo cubrir ese gasto”, señaló Marcial.
Por otra parte, el patrón de la mujer hizo hincapié en la injusticia y el maltrato inhumano que está viviendo su empleada.