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Me parece oportuno reproducir la luminosa nota del periodista e historiador uruguayo Luis A. Andregnette Capurro, publicada en el mensuario Cabildo de abril. Se trata de la efeméride gloriosa que lo fuera la primera invasión inglesa al Virreinato del río de la Plata, del 6 enero de 1763, derrotada estrepitosamente.
Tal efeméride deviene injustamente olvidada -al modo de las invasiones inglesas de 1806 y1807- mayormente inadmisible si se atiende a la importancia que con el tiempo vendrá a tener en los sucesos político-militares de antes y después de los acontecimientos de mayo de 1810 y julio de 1816.
En 1762 España se hallaba políticamente unida a Francia por el pacto de familia (Bordón); en guerra con Inglaterra. Y dado que Portugal era mero satélite de Inglaterra desde la firma del Tratado de Methuen del año 1703; y estaba en posesión de la Colonia del Sacramento (actual Uruguay), la cual correspondía a la jurisdicción española según tratados de límites precedentes suscriptos entre España y Portugal; el rey Carlos III en pro de defender la soberanía española atropellada con tal ilegal ocupación, envió al General Pedro de Ceballos, futuro primer Virrey del Virreinato del Río de la Plata con una poderosa flota naval, la cual puso sitio a la Colonia del Sacramento. El asedio fue un reñido duelo de cañones con grandes bajas por ambos bandos. El General Ceballos obtuvo por fin la capitulación de los defensores encabezados por su gobernador Silva Fonseca.
Era el 2 de noviembre de 1762. Poco les duró el festejo a los vencedores, ya que a los pocos días llegó una poderosa escuadra enviada por la Corte portuguesa, comandada por el Almirante Inglés John Mac Namara, quien tenía órdenes de atacar Montevideo y Buenos Aires. Eran 6 grandes buques de guerra con su dotación y 7 embarcaciones menores. La batalla comenzó el 6 de enero de 1763. Un infierno de fuego de artillería se entabló por horas entre la flota invasora y las baterías de la costa del Gral. Ceballos, hasta que los artilleros hispanocriollos lograron impactar la santabarbara de la nave insignia ‘Lord Clive‘, produciendo una enorme explosión y ulterior hundimiento, marcando el final de la lucha.
Los atacantes se retiraron maltrechos y diezmados.