inicia sesión o regístrate.
Tal vez no tenga el perfil de técnico para que los medios saquen rédito a la hora de polemizar con alguna declaración altisonante. Alejandro Sabella, “Pachorra” para los conocidos, como pocos en el ambiente futbolero, es cultor del bajo perfil y enemigo de las estridencias. Carga sobre sus espaldas el enorme desafío de poner fin a 20 años de fracasos mundialistas, pero sin dejar de lado su filosofía de vida.
“Equilibrio, identidad, sentido de pertenencia y ejemplos a seguir” fueron algunas de las frases que este entrenador de 58 años dejó impresas al momento de asumir en la Selección argentina (en agosto pasado cumplió dos años en el cargo), siendo su principal consigna: “Poner el bien común por encima del individuo”. Aunque dirigiendo a Lionel Messi tuvo que replantear este concepto y hacer una “excepción a la regla”. Justamente a Sabella no se le “cayeron los anillos” para consultar, en su momento, al entrenador que hizo brillar en todo su esplendor a la “Pulga” rosarina, cuando dirigía al Barcelona. “Pachorra” fue hasta el mismísimo Josep Guardiola y se interiorizó de todos los detalles del “manual” de cómo manejar a un crack de elite. Fue así que, tomando gran parte de la “receta” de Guardiola, pudo hacer rendir en plenitud al mejor jugador del mundo, que hasta entonces solo lo hacía en forma descollante en el equipo catalán y pálidamente en la albiceleste.
Capitalizó rápidamente un principio básico de la filosofía de Pep: “No tratar a todos por igual y reconocer la subjetividad de cada jugador”. Entonces, sin hacer tanto ruido, le dio la capitanía y la voz de mando en el plantel a Messi, lo rodeó con los mejores intérpretes para que ejecute a la perfección lo que mejor sabe hacer en el verde césped. Algo que ni José Néstor Pekerman (en Alemania 2006), Alfio Basile (2006-2008), Diego Maradona (en Sudáfrica 2010) y Checho Batista (2010-2011) pudieron lograr con la joya del Barcelona.
Tal vez esa haya sido su primera batalla ganada en su mandato, que dio un vuelco clave cuando la Argentina le ganó 2-1 a Colombia de visitante -el 15 de noviembre de 2011-, momento en el que Messi logró tomar firme el timón del equipo dentro de la cancha. Desde aquel día, la Selección no volvió a perder, e incluso en amistosos relevantes superó a Brasil 4 a 3, en Estados Unidos, y a Alemania 3 a 1, en Francfort, ambos en 2012.
Sabella, hijo de un ingeniero agrónomo y una maestra de escuela, creció en el seno de una casa de clase media. Heredó el amor y la pasión por la pelota de su papá, un futbolista amateur. Asegura que nunca tuvo la necesidad de trabajar en otra cosa que no sea del fútbol. Es un tipo culto, que habla más de dos idiomas (vivió un tiempo en Inglaterra). Tiene un estilo de conducción franco y de llegada con el jugador, aunque rara vez levanta el tono de voz y siempre mide sus palabras. “Es un trabajador neto que no descuida detalles. Tiene trato con los viejos y con los pibes de la misma manera, porque dice lo justo y necesario de acuerdo a la situación”, rememora Juan Sebastián Verón, uno de los últimos referentes que dirigió en Estudiantes.
Equilibrado y firme
“Pachorra”, apelativo que le pusieron en su época de jugador porque le gustaba dormir la siesta, se autodefine además como una persona “equilibrada”, a la cual también le gustan los equipos “equilibrados”.
Haciendo honor a su apodo, se toma con calma cada paso a seguir, aunque de solo verlo caminar de un lado a otro cuando dirige se entiende que la procesión va por dentro. Se mantiene firme en sus convicciones y la muestra más clara es que no citó desde un principio a Carlos Tévez, otrora “jugador del pueblo”, y parece que, aunque el rendimiento del “Apache” sea superlativo en Italia, no cambiará de idea ni alterará el grupo que tiene en mente para llevar a Brasil y al que le dio toda la confianza en estos dos años.
Los números fríos marcan que el trabajo de Sabella fue óptimo, ya que la Argentina en las eliminatorias ganó ocho partidos (cinco de local y tres de visitante), empató cinco (dos de local y tres fuera de casa) y solamente perdió uno (en Venezuela), un total de 29 puntos sobre 42 posibles, con un 69 por ciento de efectividad. Mostrando un fútbol vertical y sin ataduras de mitad de cancha hacia delante, recuperar la identidad perdida en la Selección ya no parece una quimera. Su materia pendiente es que todavía no pudo conformar una defensa sin grietas, en la que el enorme poderío ofensivo con que cuenta el equipo pueda respaldarse sin sobresaltos. Aunque no es un dato menor que consolidó una pareja de zagueros centrales (Ezequiel Garay-Federico Fernández) que le dio más soluciones que problemas. Con la clasificación anticipada ante Paraguay, la era Sabella se asemejó al proceso de Marcelo Bielsa, el DT que mejores resultados sacó en las eliminatorias 2002 (43 puntos sobre 54 posibles, un 79 por ciento de efectividad).
Dicen que la humildad es una virtud extraña que tienen algunos exitosos. Y Sabella la tiene. Es tan sencillo que en un fútbol tan retorcido e histérico como el nuestro parece no encuadrar. Nunca va a conformar a todos y siempre le buscarán un defecto, aunque los resultados digan lo contrario. Hasta ahora hay poco por reprocharle. Logró el objetivo “primario” de poner a la Selección rumbo al gran desafío de levantar la Copa del Mundo.
A menos de un año, la misión Brasil 2014 está en marcha, Sabella tendrá que consolidar el rumbo y lograr el “equilibrio” en el juego que tanto pregona para que Messi, con su desequilibrio genial -vaya paradoja-, tenga su consagración definitiva.
El costado solidario de un tipo simple
Cuando un trágico temporal azotó a La Plata, en abril pasado, Alejandro Sabella mostró su lado humano extendiendo su mano solidaria a los vecinos castigados en forma extrema por la crueldad de la naturaleza, que segó muchas vidas. El DT reside en la ciudad bonaerense desde la década del 80 cuando jugaba en Estudiantes. Vive en la localidad de Tolosa, una zona que fue afectada por el temporal pero no destruida y, como tiene una casa de dos plantas, abrió las puertas de par en par y recibió a mucha gente que se quedó sin nada, mientras que su esposa cocinó para un importante grupo de personas. De esta manera, Sabella junto a su mujer utilizaron su propia vivienda como un improvisado centro de asistencia. Un gesto que lo pinta de cuerpo entero.
Por otro lado, antes del partido contra Paraguay -el martes pasado-, se sumó a la campaña promovida por el papa Francisco, denominada Red Mundial de Escuelas para el Encuentro que tiene por misión fomentar la paz mundial.