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JUAN MANUEL CHALABE
Candidatos y dirigentes que escriben con errores de ortografía, usuarios falsos que se crean para aumentar amigos o seguidores, peleas internas que desnudan diferencias, declaraciones en caliente que luego son difíciles de revertir, perfiles y canales de comunicación creados sobre la hora, unidireccionalidad y poca interacción.
Los traspiés y las contradicciones son moneda corriente en Facebook y Twitter, redes sociales que, si no son administradas con cuidado, pueden ser un arma de doble filo para los políticos.
Después del éxito internacional de Barak Obama, muchos políticos quieren incursionar en las redes para potenciar su llegada al electorado. ¿Es posible sumar adeptos? Sí, lo es. Lo cierto es que hasta ahora el uso de las redes sociales por parte de los políticos y candidatos salteños dista en años luz de este hecho y las experiencias buenas son pocas y aisladas. Sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta cuáles son sus efectos reales.
El espíritu que se plantea a través de las redes sociales es que sea un canal de comunicación más y usarlas como herramientas para combatir el desinterés y la desvinculación política, involucrando a la comunidad, incentivando el debate, escuchando y respondiendo.
Pero hasta ahora la mayoría sigue utilizándola con la lógica del parte de prensa o correo electrónico con la “opinión cerrada”, la unidireccionalidad y la no interacción.
El 90 por ciento de los que hoy son precandidatos en las elecciones provinciales, se han creado o ya tenían cuentas en Facebook o en Twitter. Tras los comicios, de seguro pocos serán los que seguirán utilizándolas. No hay una estrategia colectiva. Muchas veces depende del ingenio y la iniciativa de los propios dirigentes para seguir (o al menos intentar) interactuar con los ciudadanos.
“Cuando se abre una cuenta, el político debe escuchar de forma activa y responder a los preguntas o reclamos que se dan en la red. De lo contrario sólo es un uso propagandístico” dicen los especialistas en la materia.
Lo cierto es que, hasta el momento, en Salta los debates del microclima político parecen haberse mudado a la esfera de las redes sociales (con muchas chicanas de por medio) pero la interacción con los ciudadanos sigue siendo nula.
Algunos indicadores en Salta
Expertos coinciden en que todavía Twitter no es explotada para generar una interacción con los usuarios y que sólo sirve como un medio para la visibilidad y popularidad del dirigente. Eso debe haber pensado el equipo del gobernador salteño cuando por esa misma red social florecieron cuentas truchas en las que había coincidencias de biografías y todas halagaban Y hasta “piropeaban” al mandatario salteño.
“Cuando Victoria Donda logra controlar su escote se le descontrola el pensamiento” escribió hace unos días Rubén Fortuny. Las redes sociales estallaron y el precandidato a diputado provincial fue señalado de misógino y machista.
Twitter y Facebook están llenos de candidatos que no responden, con perfiles desactualizados. Es lo que los especialistas llaman “el uso 1.0 de la política 2.0”. Son pocos los que entendieron sobre la interacción. Son los casos de Gastón Galíndez, Gonzalo Quilodrán, Alvaro Ulloa y José Ibarra, quien con un humor sencillo e ingenioso interactúa con cuanto usuario lo insulte, se burle o le escriba palabras de aliento.
Lo concreto es que la Política 2.0 llegó para quedarse y los partidos políticos, equipos de comunicación y dirigentes deben revisar los pro y los contra de la inserción en las redes sociales y la forma de reinventarse en un espacio que requiere de creatividad y es libre, horizontal y más democrático.