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Ante la recomendación por parte de las principales entidades de referencia internacional en nutrición de incorporar lácteos en la alimentación, el yogur se posiciona como una de las alternativas más convenientes, en tanto que a diferencia de lo que ocurre con la leche, puede ser consumido por personas con intolerancia a la lactosa, y no presenta elevados niveles de sodio, como sí lo hacen ciertos quesos duros.
Con la participación de más de 300 profesionales, la Asociación Argentina de Nutricionistas (AADYND) organizó una jornada denominada “Yogur: Historia, Presente y Futuro”, en la que se profundizó acerca de la historia del yogur a través de los siglos, los procesos de producción del yogur, los beneficios del yogur como alimento funcional, y las nuevas evidencias sobre los beneficios que aporta para la salud.
Una de las principales temáticas fue el procedimiento de producción del yogur y como a partir de su cuidadosa elaboración, su materia prima principal, la leche, adquiere las condiciones necesarias para que las bacterias involucradas generen el alimento. De esta manera, los diferentes ingredientes y el modo de elaboración determinan los diversos tipos de yogur: bebible, firme, cremoso y descremado.