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Así como el Cristo Redentor que debía instalarse en la iglesia de La Viña (Alberdi y San Juan) fue a parar al cerro San Bernardo en 1902, sesenta y siete años después, otro Cristo, modelado expresamente para el cerro, terminó en La Caldera, a 26 kilómetros de Salta, en un morro donado por don Pedro Martell, dueño de la finca Getsemaní. Pero eso no es todo: la idea del nuevo Cristo para el San Bernardo concebida en 1952, recién se concretó en 1969, es decir 17 años después. Y más, el proyecto original contemplaba la instalación de un conjunto escultórico: “Jesús, los doce apóstoles y un altar”. Al final, el Cristo quedó solo su alma.
El proyecto
Algunos dicen que el mentor del “Cristo de Salta” -nombre original de la obra- fue de Cesar Perdiguero, un enamorado del cerro, pero otros señalan al escultor tucumano Juan Carlos Iramain. El hecho es que la idea fue asumida por el gobierno de Ricardo Durand, que por entonces estudiaba instalar un funicular en el cerro. Los contactos entre el gobierno e Iramain se hicieron frecuentes y, a poco, el escultor presentó un proyecto al que adosó los doce apóstoles y un altar.
En 1954 se discutió el sitio a emplazar el conjunto escultórico. Se consideraron las cimas del San Bernardo y del 20 de Febrero y, al final, se eligió el morro sur del Portezuelo, en la entrada de la ciudad. En abril, Iramain presentó el modelo de la imagen a erigir, una reproducción del “Cristo Salvador”, de 26 metros.
Golpe de Estado
Entre fines de 1954 y principios de 1955, Iramain inició la obra en la Intendencia de Guerra del regimiento de Tucumán. Allí, escultor y Cristo fueron sorprendidos por el golpe militar septembrino, comenzando entonces, un verdadero calvario para ambos, pues el gobierno de facto lo primero que hizo fue paralizar las obras “peronistas”.
Y así como aquí se paralizaron el policlínico San Bernardo, la Terminal de Omnibus, el Instituto del Norte, el Observatorio Astronómico y la Facultad de Medicina, el “Cristo” también cayó en la volteada y quedó abandonado en Tucumán. Ningún gobernante “Libertador” hizo nada por la obra, a punto tal que Iramain debió iniciar juicio por sus honorarios y el Cristo tardó 17 años en llegar a Salta.
En 1960, los militares tucumanos intimaron al gobernador salteño Bernardino Biella para que retirara el “Cristo” del regimiento, caso contrario -dijeron- “será destruido”. Biella por intermedio de Celestino Gelsi -correligionario y gobernador de Tucumán- logró aplacar las iras demoledoras mientras veía cómo traer la imagen ya que, por tren, el túnel del Mojotoro era un obstáculo.
Pero en 1961 el traslado quedó en la nada por la intervención federal que desplazó a Biella de la gobernación.
En 1962, los enfrentamientos entre Azules y Colorados mantuvieron entretenidos a los milicos tucumanos, razón por la cual el “Cristo de Salta”, cayó en el olvido.
En 1963, cuando nuevamente el Dr. Ricardo Durand asumió la gobernación en Salta, se reflotaron los proyectos del Cristo y del funicular. En marzo del ‘64, Iramain vino a Salta y retomó contactos con el gobierno. Lo acompañaban Sergio Usandivaras Uriburu, el tallista Dardo Coronel Jijena, el arquitecto Alf Skyrud y Cesar Perdiguero.
Cambio abrupto
En Salta, el 13 de marzo, Iramain dio a la prensa algunos datos: “El Cristo de Salta -dijo- se instalará en el morro del Portezuelo, tiene 28 metros de alto; está desarmado en la Intendencia de Guerra en Tucumán; pesa 200 toneladas y para traerlo se necesitan 18 camiones y lo emplazaremos en 8 meses”. Días después se aplanó el morro sur del Portezuelo (hoy un mirador) para instalar la imagen pero de golpe, el 26 de marzo, una noticia cayó como una bomba en Salta: “el gobierno -se dijo- cambiaría de lugar al Cristo. Iría a un costado de la ruta 9”, pero en La Caldera.
El 31 de marzo se confirmó el traslado y el 8 de mayo el gobierno, sin explicar el abrupto cambio, designó una comisión para supervisar los trabajos, integrada por el coronel (r) Julian Ernesto Trucco, Víctor Cornejo Isasmendi, David Serrey, Cecilio Muñoz, Pedro Martell y monseñor Carlos Cortez.
El sorpresivo cambio no solo indignó a los lugareños sino también causó duras críticas. Se intentó calmar las aguas diciendo que contaba con la venia del recién llegado arzobispo Mariano Pérez, pero ya nada fue igual.
Y las críticas no llegaron solas sino con nuevas dilaciones tanto que el gobernador Durand no pudo inaugurar la escultura de La Caldera.
En 1966 un nuevo golpe de estado dio por tierra con la frágil democracia argentina.
El nuevo gobierno provincial de facto nominó nuevas comisiones por el Cristo. Cambiaron los gobernadores de facto hasta que le tocó a Carlos Ponce Martínez, inaugurar la obra el 26 de octubre de 1969. Intendente del pueblo era don Pastor Lizondo.
Críticas
No faltó quien dijera en esos años, que “el Cristo de Salta, por ser considerada una obra peronista, había corrido una suerte parecida a la del monumento a Güemes, que originalmente debía estar en la plaza 9 de Julio; luego corrido a la plaza Güemes y, finalmente, erigido en los extramuros de la ciudad de entonces”.