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5 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Es el momento de encontrar consenso

Jueves, 15 de mayo de 2014 01:27
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Finalmente, miles de chicos de las escuelas públicas salteñas volvieron a las aulas luego de más de un mes sin clases. El conflicto mantuvo en vilo a todos los salteños. Sin embargo, la huelga debería darnos lecciones.

Muchas veces los dirigentes políticos y gremiales no comprendemos que no encontrar soluciones a los conflictos sociales es llegar a un callejón sin salida. Por supuesto, así como es importante procurar que el derecho a la educación pública sea una realidad para los niños y jóvenes salteños más vulnerables, y que no deben ser ellos los que terminen perdiendo parte de su año de formación que es casi irrecuperable, también los docentes tienen derecho a reclamar.

Los docentes han logrado reconocimiento y la atención del gobierno y de gran parte de los ciudadanos, así como su incremento del salario. También creo que no debieron entrar en posturas intransigentes, muchas veces mezquinas y políticas, fomentadas por sectores que no buscan el diálogo sino el conflicto. Esto quedó más que claro cuando el gobierno, además de las paritarias, les hizo dos propuestas más a los representantes naturales de los trabajadores pero lamentablemente el interés de algunos sectores de las bases buscó profundizar más el conflicto que llegar a una solución. Todo esto es, creo, un llamado de atención no solamente a la dirigencia gremial sino también a la dirigencia política.

El dirigente gremial tradicional está acostumbrado a ser un intermediario entre los trabajadores y la patronal, en este caso el Estado. Generalmente conducen los procesos donde se llega a un consenso. Esta vez, lamentablemente, los canales naturales normales se vieron sobrepasados por algunos que no entendieron esto, movidos por intereses mezquinos y políticos sectoriales, privilegiando el conflicto sobre el diálogo y el consenso. El resultado: los chicos con un mes sin clases y un conflicto dilatado que perjudicó a todos.

Este fenómeno también ocurre por el aburguesamiento de algunos dirigentes políticos y sindicales que se olvidan de la importancia de llegar a la gente y militar el cambio día a día. Cuando el Papa Francisco nos instó a salir a la calle, a movernos, a luchar por una América Latina más justa y unida se refería a esto: abandonar los escritorios y salir a la calle; abrir las puertas de las sedes de los partidos y los sindicatos. Los dirigentes políticos y gremiales no podemos detenernos en los laureles y perder la percepción de las demandas sociales.

Para acompañar estos procesos creo que debemos también plantear la necesidad de la democratización sindical. Muchas veces se ha planteado esta cuestión. Los políticos nos sometemos constantemente a la soberanía popular. Más allá de que los gremios tienen elecciones todos sabemos que las listas únicas y las luchas de poder muchas veces empañan la verdadera libertad sindical. Eso también genera bronca y descontento en las bases. No puedo dejar de decir que el trasfondo netamente político del conflicto se comprobó cuando otro sector de docentes autoconvocados, sin personería jurídica, anunció que se integraba al camping en la Plaza 9 de Julio. Existió, según mi opinión, un claro aprovechamiento de la idea del Gobierno de privilegiar el diálogo sobre la represión, mientras olvidaban que en otros tiempos este mismo episodio habría terminado sin aumento alguno y con el desalojo del espacio público con la policía.

Estos dirigentes tampoco entienden que pueden terminar perjudicando a sus propios compañeros y al conjunto de la sociedad provincial, ya que para lograr acomodarse a las exigencias intransigentes de algunos “en asambleísmo”, el Gobierno debería postergar obras públicas, necesarias para otros salteños, tan salteños como ellos.

> Frente a todo lo planteado yo creo que la prudencia debe primar en los actos de los hombres políticos y públicos, abriendo el diálogo y las soluciones, y por sobre todas las cosas la búsqueda del consenso. Éste, más que nunca, es el momento del consenso. No sólo el diálogo: el gobierno y el pueblo no son enemigos. Esto ha quedado en claro desde 2003 con la llegada de Néstor y Cristina al poder. Debemos procurar la paz social y hallar ese puente que vuelva a unirnos y mantenernos juntos. De nosotros, todos los salteños, depende.

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