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El Ejército brasileño vigilará la seguridad de las selecciones

Viernes, 30 de mayo de 2014 12:54
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Las protestas de los últimos meses abarcaron a maestros, policías, choferes de colectivos y hasta indígenas sin tierra.

Luego de que una protesta de maestros empañara el primer entrenamiento oficial de la selección brasileña en Río de Janeiro y a 13 días del comienzo del Mundial, la presidenta Dilma Rousseff decidió que el Ejército asuma la seguridad durante la Copa para proteger a todos los combinados de fútbol.

Las tropas se apostarán en los aeropuertos, hoteles y centros deportivos por donde circularán las distintas selecciones.

La custodia también llegará a los representantes de gobiernos extranjeros y a los miembros de la FIFA.

Las tropas serán movilizadas en las 12 ciudades-sede donde habrá partidos y en los 15 Estados donde hay centros de entrenamientos.

El toro por las astas

El Gobierno brasileño tomó la decisión tras una reunión entre el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo; el coordinador de las acciones de defensa del Mundial, el general José Carlos De Nari; y el secretario de Seguridad Pública, José Mariano Beltrame.

La orden la había dado la presidenta Rousseff, luego de que circularan en todo el mundo las imágenes de la huelga que complicó el primer entrenamiento de Brasil.

Es que anteayer, Brasilia fue epicentro de una llamativa protesta. Manifestantes indígenas vestidos con ropaje tradicional y armados con arcos y flechas se enfrentaron con la policía durante una marcha contra el Mundial.

Como consecuencia, se canceló una ceremonia para inaugurar la exhibición del trofeo de la Copa.

Harta de las protestas

Con la decisión de ayer, la presidenta Rousseff dijo basta a la serie interminable de protestas que están empañando los preparativos de este país para albergar al más grande de los torneos de fútbol de planeta y del cual Brasil no es sede desde 1950.

El problema, en realidad, comenzó el año pasado con las masivas protestas de ciudadanos en contra de lo que consideraban eran gastos excesivos para la organización del torneo y con acusaciones de corrupción.

Esos grupos se fueron luego organizando y ganaron consenso sobre todos en los estados más pobres del país, aunque en ellos prácticamente no se hacen obras y no albergarán partidos del campeonato.

Justamente esas realidades hicieron que la gente proteste porque no iban a lograr en el término de un año las mejoras sociales que consideran imprescindibles para ellos.

Huelgas sectorizadas

Ya comenzado el 2014, las protestas se sectorizaron y estuvieron dirigidas, en la mayoría de los casos, a exigir mejoras en las remuneraciones de distintos trabajadores.

Las huelgas que más preocuparon al gobierno de Dilma Rousseff fueron las que llevaron adelante las policías federales y estatales en varios estados, que dejaron a numerosas ciudades huérfanas de seguridad.

Como consecuencia de las mismas se registraron hechos vandálicos en ciudades como Recife, donde también hubo que lamentar una decena de muertos.

Luego, ya en los últimos días, las protestas de indígenas por las tierras que consideran les pertenecen terminaron de empañar los preparativos para una magna fiesta del deporte y puso en entredicho la capacidad del Gobierno brasileño de controlar a las manifestaciones o brindar las respuestas adecuadas a las demandas de los distintos sectores.

Ayer, en un aparente basta, la mandataria ordenó al Ejército hacerse cargo de la seguridad de las sedes de la Copa, de los aeropuertos y de los campos de entrenamiento de las distintas selecciones de los 32 países que clasificaron para participar en la fase final del campeonato.

Pero nada hace prever que el torneo vaya a transcurrir en paz.

Otro tema es el cuidado puesto por la policía de las ciudades más grandes en el control de las favelas, sitios desde los cuales se comanda el narcotráfico del país.

Así, miles de uniformados con armamento pesado patrullan noche y días las intrincadas calles de esas barriadas pobres de Brasil para evitar el comercio de drogas y la violencia.

Vuelven a protestar  con arcos y flechas

Unos 500 indios de diversas etnias se congregaron ayer frente al Ministerio de Justicia en Brasilia y bloquearon todos los accesos al edificio, en una nueva protesta por un proyecto que propone alterar la forma de establecer sus reservas.

Así como ocurrió el pasado martes, cuando llegaron a enfrentarse con la policía en una manifestación contra el próximo Mundial de fútbol a la que se habían unido, los indios se presentaron ataviados con plumas, sus rostros pintados y armados con arcos y flechas.

“Estamos aquí para repudiar esos cambios propuestos en el proceso de demarcación, que son antidemocráticos y agravarán la situación en las tierras indígenas”, declaró a periodistas Lindomar Terena, uno de los organizadores de la protesta.

Terena aseguró que el bloqueo al Ministerio de Justicia, que se desarrollaba en forma pacífica, será mantenido hasta que el titular de ese despacho, José Eduardo Cardozo “acepte un diálogo” sobre el asunto.

El proyecto de ley que rechazan los indios ha sido elaborado por el Ministerio de Justicia y propone que la responsabilidad por la demarcación de las reservas, que hasta ahora es de la Fundación Nacional del Indio (Funai, estatal), sea transferida al Congreso.

Los indígenas se oponen a esa alteración, pues alegan que en las cámaras legislativas existen grupos parlamentarios que representan los intereses de los empresarios del campo, con los que mantienen diversos conflictos por la propiedad de las tierras.

La Asociación de Pueblos Indígenas, que ha organizado las protestas en Brasilia, sostiene que esos conflictos son el origen de la inseguridad que se vive en muchas de sus tierras.

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