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Las huellas de los asesinos

Jueves, 19 de junio de 2014 03:03
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General Mosconi no sale aún de su asombro por el doble crimen ocurrido en las últimas horas del domingo, cuando fueron víctimas de sicarios una pareja integrada por un gendarme y una conocida vecina del pueblo petrolero.

Las versiones sobre los móviles del doble crimen ayer se multiplicaron por diez, aunque el silencio oficial sobre el tema es mucho más que llamativo.

La autopsia realizada al gendarme Nicolás Paredes, oriundo de la provincia de Formosa, reveló que el uniformado recibió un solo impacto de bala, con trayectoria de arriba hacia abajo, que ingresó por la nuca. “Un fusilamiento”, graficó una fuente policial consultada por nuestro medio.

La pareja del gendarme, Carla Aponte, recibió ocho disparos en el tórax.

Primeramente, fuentes oficiales hablaron de un drama pasional entre la propia pareja. La ausencia del arma, de discusión y de motivos llevaron el caso hacia una tercera persona vinculada sentimentalmente con la pareja. Esta versión se cayó a pedazos apenas realizada la autopsia, y después mucho más cuando la luz del sol mostró las huellas de un borceguí de tipo militar cuya impronta de sangre dejó grabada al costado del cadáver y sobre la vereda de cemento de la vivienda que ocupaba la mujer del gendarme en el barrio 447 Viviendas de la localidad de General Mosconi.

El misterio se acrecentó con las horas, ya que la versión que circula entre el vecindario y entre algunos de los investigadores es que se trató de un ajuste de cuentas sangriento, como ya ocurrió en otras oportunidades entre gente vinculada con los cárteles de la droga, aunque en este caso no se esclarecieron los motivos.

El más impresionante de estos ajustes a la colombiana, como dicen los policías de frontera, ocurrió en Salvador Mazza, donde tres integrantes de un cártel de la droga (que habían mejicaneado un cargamento) fueron acribillados por un grupo de sicarios que dispararon cientos de balazos sobre el Fiat Uno en el que se trasladaban los delincuentes, poniendo fin a la vida de los tres.

Pero, en este caso, y quizá por primera vez en la historia, un personal de la fuerza de seguridad que controla y reprime este tipo de delitos es ajusticiado en la vía pública sin que pudiera defenderse y sin razón aparente.

El silencio de la fuerza nacional y el fracaso hasta ahora de la investigación provincial tienen en vilo a todas las ciudades cercanas a la frontera.

La impunidad del grupo comando que acabó con la vida del gendarme y su pareja es la que hace temer tanto a vecinos como a posibles testigos.

Sin detenidos

A pesar de que el crimen se produjo en la puerta del domicilio de la madre de la mujer, que se hallaba en el interior del mismo, y frente a una radio FM, nadie vio ni escuchó nada. El relato de los testigos comienza cuando alguien descubre los cuerpos ensangrentados en la vía pública, a las 23 del domingo. La mujer presentaba signos vitales aún. Solo quedaron las vainas servidas, seis en total, y las huellas teñidas de sangre de un calzado de tipo militar (según un investigador) sobre la vereda de cemento y, claro está, el temor de la gente.

 

 

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