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Vivo en La Merced y habitualmente, por razones laborales, debo ir a la ciudad de Salta y a Coronel Moldes y en cada viaje reniego de lo mismo: la basura que se tira a la vera de la ruta.
Es increíble y no puedo contar el número de veces que veo a conductores o acompañantes abrir la ventanilla de sus autos para arrojar botellas de plástico, bolsas, papeles y cuanto objeto consideren que ya no es necesario llevar. Lamentablemente, cada vez que veo eso pienso en cuánto perdemos los salteños, y no solo quienes trabajan en el sector turístico, sino todos los que vivimos aquí porque la basura mal tirada degrada nuestro medio ambiente, nos enferma, afea la belleza natural de nuestra querida Salta y, peor aún, habla muy mal de nosotros. Y qué decir de los sectores donde se formaron verdaderos basurales.
Para desgracia, en las rutas todos vemos esto, pero nadie actúa. Es por ello que creo que la Provincia y cada municipio deberían hacer planes de educación (no campañas que duran lo que un chispazo) para cambiar a todos el “chip” y lograr, con tiempo y constancia, que aprendamos a respetar nuestro ambiente y a arrojar la basura en sitios preparados.