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Por si a las palabras se las lleva el viento, se dejó sentado por escrito que Argentina será el próximo campeón Mundial. Y semejante desafío se desplegó en las propias narices de Brasil. “Bienvenidos futuros campeones”, rezaba el cartel que estaba en la entrada del complejo de Cidade Do Galo, en Belo Horizonte, que desde hoy será la casa de la Selección. Al principio, se especulaba que el cartel había sido colocado por las autoridades del Atlético Mineiro, propietaria del lugar, como un gesto de cordial bienvenida o, de acuerdo a una lectura más suspicaz, para “mufar” a nuestra selección.
Sin embargo, el dirigente afista Juan Carlos Crespi, quien acompañará al elenco nacional en el Mundial de Brasil, se atribuyó la responsabilidad por semejante muestra de exagerado y desmedido optimismo.
Conociendo la humildad de Messi y el rechazo de Sabella hacia la grandilocuencia, el malestar del cuerpo técnico y los jugadores se veía venir y dicho cartel terminó por generar un pequeño conflicto interno antes del viaje. Por tal motivo, la gigantografía fue cambiada ayer por otra que se limitaba a decir “Bienvenidos”.
En cada pared del predio hay gigantografías de los jugadores argentinos y de paisajes representativos de nuestro país, aunque la más imponente es una foto de los jugadores de la Selección con el papa Francisco.
“Nadie nos puso nada, la idea del cartel fue mía. Siempre hay cabuleros. Hay que pensar en positivo. Están los que no tienen confianza y los que dudan”, argumentó sobre la idea del polémico cartel Juan Crespi.
Y por si la fragancia triunfalista fuese poca, en los balcones internos de la concentración de Cidade Do Galo hay otras frases de aliento como una que reza: “Viajan 23, empujan 40 millones. Hasta la final”.