¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

A veinte años, el ataque a la AMIA sigue abriendo heridas

Jueves, 17 de julio de 2014 22:54
A veinte años del ataque a la AMIA.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla
Hace hoy veinte años, el lunes 18 de julio de 1994, un coche bomba destrozaba la sede de la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas en el barrio porteño de Once. Murieron 85 personas, hubo centenares de heridos y daños en muchos edificios. Además, la explosión dejó al desnudo la vulnerabilidad de los servicios de inteligencia, de seguridad y de la Justicia argentina.
La identificación del vehículo utilizado, del terrorista suicida (un joven de origen libanés a quien se atribuyeron vínculos con Hezbollah) y del entregador de la trafic, el reducidor de autos Carlos Telleldín parecieron arrojar rápida luz sobre la conexión local y sobre los autores estratégicos. Varios funcionarios iraníes quedaron señalados. Hezbollah es una organización terrorista árabe que contaba con los apoyos de Irán y Siria.
Hoy, el expediente acumula más de 220 mil folios, pero no hay ningún detenido; el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, luego de reiteradas denuncias contra el régimen chiita, ratificó y amplió los pedidos internacionales de captura contra funcionarios iraníes, pero luego buscó un acuerdo para crear una "comisión de la verdad" junto con el gobierno de Teherán, que negaba todo. El juez Juan Galeano, que investigó todo lo que hoy se sabe, y varios funcionarios del gobierno de Carlos Menem están siendo juzgados por las irregularidades en la instrucción; Telleldín y quien él señalara, Juan José Ribelli, son hoy prósperos abogados y, en tanto, la colectividad judía argentina conmemorará la tragedia en tres actos separados. Cristina no irá a ninguno.
El acto central se realizará a partir de las 9:30, frente a la reconstruida sede de la AMIA. Será encabezado por el vice de la institución, Ralph Thomas Saieg, debido a que el presidente, Leonardo Jmelnitzky, se encuentra de licencia. Lo organizan la AMIA, la DAIA, y la agrupación Familiares de las Víctimas. En paralelo, Memoria Activa, encabezada por Diana Malamud, realizará su propio acto frente a Tribunales. En tanto, el militante kirchnerista Sergio Burstein realizará su propio acto en Plaza de Mayo, pero a las 13.00.
De todos modos, la causa, cada vez más, se encamina a la impunidad, más allá de que los partícipes parecen totalmente identificados.
El atentado contra la mutual judía ocurrió dos años después de otro similar que destruyera la embajada de Israel, en barrio Norte. Los dos ataques antisemitas llevaron el sello del fundamentalismo, aunque los autores del primero no dejaron huellas.
Mientras que la embajada era un objetivo militar extranjero, la AMIA es la sede de una entidad argentina en la que el terrorismo puso su mirada. La colectividad judía argentina supo que este ataque en particular estaba dirigido contra ellos y nunca dudó de que su autoría debía buscarse en la jihad islámica. En los voluminosos cuerpos del expediente abundan pruebas e indicios sobre la autoría, aunque no terminan de cerrar la razón política que motivó un ataque (o dos) en Buenos Aires. Las intrigas de los servicios de inteligencia, la ineficiencia y los prejuicios obstruyeron y dejaron en la mayor soledad al juez Galeano. Ni entonces ni ahora la Argentina era un país relevante como para atraer al terrorismo islámico. Vive acá, es cierto, una de las comunidades judías más grandes del mundo. Todo indica que, en las postrimerías de la primera Guerra del Golfo y cuando se soñaba con un nuevo orden mundial signado por el liberalismo y la democracia, el terrorismo islámico trasladó el conflicto a la Argentina, un país vulnerable pero en condiciones de producir repercusiones mundiales, que es lo que buscan los fundamentalistas.

Un entendimiento hacia la impunidad

De todos los errores y las muestras de impericia que atraviesan la investigación de la tragedia, hay tres que adquieren especial relieve: el pago de una recompensa al reducidor de autos Carlos Telleldín, la anulación de toda la inmensa causa por esa adulteración de la prueba y, finalmente, el memorándum de entendimiento con Irán que dejaba en manos del Estado sospechado, virtualmente, la suerte de la causa. Fue inexplicable. El régimen teocrático iraní no solo niega la autoría de este atentado, sino que, por entonces, negaba formalmente el holocausto perpetrado por los nazis. La sobreviviente del atentado Ana Weinstein opinó que lo más indignante era la creación de una Comisión de la Verdad. “Nunca entendí que quien está sospechado de ser el actor, promotor, financiador y cabeza pensante del crimen, y probablemente también del atentado a la embajada de Israel, pueda tener la verdad”.

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD