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El Congreso solo está sirviendo de tapaderas de las irregularidades del Gobierno. Lo demostraron una vez más cuando la patota de la mayoría impidió cualquier debate para tratar el caso de corrupción en el caso del vicepresidente Boudou. El funcionamiento del Congreso cuesta una fabulosa fortuna y solo produce leyes que deberán ser analizadas y anuladas porque solo sirven a un solo propósito: cuidar la impunidad de aquellos que han roto con el deber de legislar al servicio del país en vez de protegerse a sí mismos. Hoy el Congreso ha perdido el prestigio del que solía tener como recuerdo de aquellos grandes legisladores que dieron todo por el país y nunca sacaron ventajas personales. Que se ocupen de la economía, de las necesidades del pueblo que está pagando un alto costo al mal manejo en todas las áreas del gobierno. Muchos discursos pero poco y nada de hechos concretos. El pueblo ya no puede esperar un milagro; al pueblo lo han traicionado.