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Anita es miembro de una antigua familia de inmigrantes yugoslavos. Su padre, don Esteban Samardzich, pasó por la historia de Chicoana dejando una imagen de trabajo y esfuerzo que fructificó en tierras destinadas a la producción de tabaco. Su madre, doña Cecilia Mesones, integró una de las familias tradicionales de origen español del pequeño pueblo y tiene entre sus méritos el de haber donado el terreno para la edificación de la escuela Abraham Cornejo, importante hecho que ya nadie recuerda en nuestra olvidadiza comunidad. Actualmente impulsa a través de sus nietos el funcionamiento del Club Atlético Chicoana, porque su energía y vocación para el bien así se lo exigen. Pero hace varios meses nos hizo un regalo inesperado en el desfile de tractores y maquinarias que se efectúa cada primero de agosto, durante la Fiesta Provincial del Tabaco. Entre tanta tecnología, manejada principalmente por rudos hombres del campo, Anita pasó al mando de un tractor de última generación, ataviada con un elegante sombrero negro y un salteñisimo poncho rojinegro, que resaltaban la natural belleza de su rostro. Al ser anunciada, los distraídos funcionarios del palco oficial aplaudieron de pie su presencia, sin comprender mucho el gran significado de aquel hecho lleno de simbolismos para quienes la conocemos e integramos la pequeña comunidad chicoanense. Fue su merecido momento de gloria. Hoy, la expansión incontenible de nuestro amado pueblito ha provocado que las tierras más cercanas al ejido urbano sean requeridas por las numerosas familias que carecen de vivienda y, Anita y sus hijos, con criterio amplio y generoso, pusieron a la venta lotes de su propiedad ubicados a metros de la plaza principal, con una razonable financiación que hará posible a tantas familias de Chicoana el sueño de la casa propia, sin necesidad de emigrar. Sin duda, Anita y su familia son gente de bien, comprometida con su pueblo y para ellos, nuestro reconocimiento.