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Cuatro presos fueron asesinados, dos de ellos decapitados, y un número indeterminado resultó herido en una rebelión en una penitenciaría de Paraná, estado del sur de Brasil que se desató el domingo y concluyó ayer. "La negociación se interrumpió el domingo y se retomó esta mañana. El agua y la luz del recinto están cortadas", informó Elson Faxina ayer, asesor de comunicaciones de la Secretaría de Justicia de Paraná.
El 60% de la cárcel fue tomada, según información oficial y la policía no había podido ingresar a constatar el nivel de destrucción de las estructuras tras la rebelión hasta la tarde.
La revuelta fue protagonizada por cerca de 800 de los más de mil presos de la Penitenciaría de Cascavel, que reivindicaban mejores condiciones de detención, alimentación e higiene, así como el fin de los abusos y la violencia de los guardias.
Los amotinados decapitaron a dos de los presos, entre los cuales está un expolicía, y arrojaron a tres personas desde un tejado de unos 15 metros de altura, dos de las cuales murieron en el hospital y el tercero está grave.
Algunos internos han sido trasladados con heridas a centros médicos y había otros presos heridos que esperaban recibir atención. Las autoridades penitenciarias trasladaron a otro centro carcelario a 77 de los internos que eran amenazados por sus pares. El motín terminó al final del día.
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