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Perú: el ascenso de la "cholo - burguesía"
Perú protagoniza a la vez un éxito económico y un fenómeno social inédito en América Latina. En sólo un cuarto de siglo, su economía exhibe una tasa de crecimiento sostenido que en gran parte obedece a la irrupción de un vigoroso empresariado, surgido de la base de la pirámide social, que en el término de una generación transformó la estructura productiva, con crecientes inversiones en el exterior, en particular en Chile y Brasil.Este rasgo social los diferencia del más publicitado "milagro chileno". En Chile, las tres décadas de expansión económica tienen por protagonistas a los grupos empresarios tradicionales. Perú es un ejemplo de "capitalismo popular" que observan con interés otras naciones con fuertes raíces indígenas, entre ellas su vecina Bolivia, donde el pragmatismo de Evo Morales busca reubicar a su país en un nuevo contexto regional signado por la debacle del "modelo bolivariano".
Entre los grupos económicos emergentes, sobresalen numerosos empresarios de origen indígena. Un caso emblemático es AJEGROUP, de la familia Añaños, oriunda de Ayacucho, región que en la década del 80 fue el epicentro de la guerrilla de "Sendero Luminoso". Los Añaños empezaron sembrando verduras y hoy son propietarios de un emporio que fabrica bebidas consumidas en catorce países. Como la familia Añaños, hay docenas de ejemplos de esta naciente "cholo-burguesía", que a diferencia de la "boliburguesía venezolana" y de otras latitudes sudamericanas, no son producto del favoritismo estatal, sino de su genuina capacidad empresaria. La Cámara de Comercio de Lima reporta que sesenta empresas transnacionales de capital peruano se encuentran operando en treinta países. El sector agroindustrial lidera el proceso de expansión. Un rubro que se destaca por su originalidad es la gastronomía: la comida peruana, convertida en floreciente negocio internacional, se expande por el mundo entero.
Según José Lumbreras, jefe de investigación de Perú Top Publications, "el cambio económico implicó el paso de un modelo proteccionista, predominante en los años 80, a otro más competitivo, en el que las empresas locales tienen que luchar en igualdad de condiciones con las extranjeras". La antigua elite usufructuaria del capitalismo prebendario debió: reconvertirse o desaparecer.
Cambio de paradigma
El gobierno de Ollanta Humala es una manifestación de la gravitación de este fenómeno en la sociedad peruana, capaz de forzar un cambio de paradigma en su dirigencia política. En vez de imitar la retórica de Hugo Chávez, Humala resolvió seguir el ejemplo de Lula, quien después de tres derrotas electorales consecutivas recién alcanzó la presidencia cuando prometió garantizar el legado de estabilidad económica de Fernando Cardozo. El mandatario peruano tenía un antecedente más próximo de adecuación a los nuevos tiempos. Su antecesor, Alan García, durante su segundo mandato (2006-11), hizo lo contrario a lo realizado en su primera presidencia (1985-90), que había terminado con una crisis económica que precipitó el advenimiento de Alberto Fujimori (1990-2000), autor de las reformas estructurales que, más allá de los vaivenes políticos, fueron sostenidas por sus sucesores Valentín Paniagua (2000-01), Alejandro Toledo (2000-06), el propio García y ahora Humala.
Por debajo de la superficie, Perú asistió al surgimiento de una nueva burguesía, encarnada por centenares de miles de pequeños empresarios, nacidos de la economía informal. Este fenómeno, descripto por el sociólogo peruano Hernando de Soto en su libro "El otro sendero", comenzó en la década del 70, con las migraciones masivas de la población rural, casi íntegramente indígena, hacia los centros urbanos. En esos "pueblos jóvenes", desprovistos de infraestructura, emergió una actividad empresaria para atender a esa demanda insatisfecha, desde el comercio hasta el transporte público.
Ese espíritu emprendedor expandió sus actividades en distintas direcciones. Irrumpió otra modalidad original: los conglomerados industriales, que albergaban a centenares y hasta miles de empresas pequeñas. Primero fue Gamarra, en las afueras de Lima, pero luego aparecieron otros, con tendencia a la especialización, como El Porvenir, en Trujillo, en el norte del país, con 3.000 empresas de calzado, o Arequipa, en el sur, con 1900 empresas de producción de alpaca. Perú ocupa el primer lugar en micro - emprendimientos. Existen en Perú tres millones de emprendimientos empresarios. El 98% son microempresas. El 22% de la población económicamente activa está compuesta por microempresarios y trabajadores por cuenta propia.
Una herramienta central para esa transformación fue la política de regularización de los títulos de dominio de las centenares de miles de familias asentadas precariamente en los "pueblos jóvenes" y en las zonas rurales. Esa legalización de la propiedad, impulsada por De Soto en la primera etapa del gobierno de Fujimori, incentivó la multiplicación de los micro - emprendimientos, ya que la posesión de títulos en regla permitió a sus beneficiarios el acceso al crédito y financiar la expansión de sus actividades.
Vista en una perspectiva histórica, esa estrategia de regularización de la propiedad, núcleo de ese "otro sendero" descubierto y preconizado por De Soto en la década del 80, se reveló más efectiva que la incendiaria retórica indigenista de "Sendero Luminoso" para brindar una respuesta a las ancestrales demandas de reivindicación indígena que subyacían tras cinco siglos de historia, después de la caída del imperio incaico. Perú es el único país del mundo en que una bebida gaseosa de origen local, la Inka Cola, es más vendida que la Coca Cola.