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Fumador delincuente
¡Buen día! El fumar ¿puede ser un acto delincuente? Tal vez se lo pueda discutir, pero hay quienes lo piensan. Como el doctor Florencio Escardó, quien hace algunos años publicó una pequeña nota donde, sin ambages, el ilustre pediatra denuncia:
"En estricto sentido, el fumador es un delincuente social, en cuanto reparte enfermedades comprobadas como tales por las más serias investigaciones. Un fumador daña al niño en el vientre de su madre por el solo hecho de fumar en el ambiente doméstico en general. Y es un hecho archicomprobado. Los que fuman han determinado ante sí que en el efecto patogénico todos fumamos, lo queramos o no. Se trata pues de una pandemia en el sentido técnico del término".
Para quienes lo ignoran, "pandemia" significa, según el diccionario, extensión de una enfermedad contagiosa a muchos países, y nadie podrá negar que hoy por hoy el tabaquismo se ha transformado en un mal universal. Lo curioso es que los pueblos más avanzados del mundo occidental están haciendo grandes esfuerzos para disminuir su consumo, mientras enormes capitales de esos mismos países se derivan para la producción, promoción y venta de tabaco entre los pueblos que transitan el penoso mundo del subdesarrollo.
Naturalmente, quienes defienden la producción y venta del tabaco sostienen que ello permite vivir a mucha gente, lo cual es cierto; pero no todo beneficio económico es beneficio para la salud. La prostitución también lo da, y mucho
más la droga. Sin embargo, ninguna persona que tenga sano juicio pensará que, por esa razón, deban defenderse.
Y si hablamos de beneficios económicos producidos por la industria y venta de tabaco, tenemos buenos motivos para levantar razonables dudas. Leí en alguna parte: que "el Estado que percibe un dólar por beneficios de la industrialización del tabaco gasta cinco en costo sanitario-horas laborales perdidas, áreas sustraídas a los alimentos, además de las bajas en vidas el impacto que ello significa en la niñez".
A fin y al cabo, no resulta un negocio tan bueno como parece. Es cuestión de tener ideas claras. Y de vivirlas con coherencia. ¡Hasta mañana!