Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
18°
10 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos humanos. Rojo carmesí

Martes, 15 de diciembre de 2015 01:30
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Laberintos humanos. Rojo carmesí

Cuando bajábamos por la Escalinata con Carla Cruz y el Varela, escuchamos a una niña cantar la historia de una princesa que, cuando iba a ser rescatada por un caballero de la cueva del dragón, le dijo que amaba al dragón y que no se la llevara. Buscó mil formas de sobornarlo, pero el caballero sólo obedecía al rey, padre de la princesa.

Sólo cuando la princesa de la canción de la niña ofreció pagarle con sus besos apasionados, el caballero titubeó, la recibió en sus brazos y se dejó abrazar por sus labios rojo carmesí, justo en el momento en que el dragón se asomaba a la puerta de la cueva de la canción de la niña, muerto de celos, y le quemaba la falda con el fuego de su aliento.

La jovencita, aun en brazos del paladín, se volvió con gesto enfurecido para recriminarle al dragón que ya le había dicho, una y mil veces, que no le quemara la ropa con el fuego de su aliento. ¿Dónde voy a comprar otro vestido en este bosque infame en el que me trajiste?, lo retó y el dragón bajó la cabeza.

El caballero, por su parte, le decía a la princesa que la llevaría de compras donde los mejores modistos de París, porque tu padre, el rey, puso tu mano de premio para el paladín que te rescate de la cueva del dragón. ¿Eso promete el viejo?, preguntó la princesa en obvia referencia a su padre, el rey.

Eso y muchas cosas, dijo el caballero. ¿Qué otras cosas?, quiso saber la princesa. De todo, dijo el caballero, porque un rey debe hablar de impuestos y de guerras, de economía y de fútbol y, sobre todo, de justicia.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD