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Laberintos humanos. Agrandando números

Miércoles, 23 de diciembre de 2015 17:29
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Laberintos humanos. Agrandando números

¿Vos de concejal?, le preguntó la mujer de la escoba ante nuestros propios ojos, y don Ponciano Avalos le respondió que si, ¿por qué no? Uno también puede tener sus veleidades, dijo. ¿Y me lo tenías oculto?, le preguntó dándole a entender que eso era lo que más le dolía. Es que pensaba sorprenderte cuando ganara, le dijo el hombre.

Así la tomó de la mano, la miró a los ojos y algo debía sentir ella por él que se ablandó, se volvió hacia el carnicero que reclamaba en la puerta cuentas impagas, y le dijo que fuera a cobrarle a los concejales en función, que a su Ponciano no lo habían puesto ni siquiera en las listas. Y dicho esto, cerró la puerta ruidosamente.

El carnicero nos buscó con la mirada a Carla Cruz, al Varela y a mi, que escuchábamos la escena, y levantó los hombros como si fuera correcto que los asados de los postulantes debieran pagarlos los electos. Yo no entiendo nada de política, dijo el carnicero, ¿ustedes que piensan?, nos preguntó.

A mi se me hace que lo engañaron, dijo el Varela, pero tras echarle una ojeada a la cuenta que reclamaba tampoco creyó que pudiera cobrarla. ¿Y a cuanto le pasó usted el kilo de asado?, le preguntó, ante lo que el carnicero bajó los ojos y con algo de vergüenza agregó que yo por las dudas le agrandé los números.

Ya veo, dijo el Varela. ¿Usted cree que exageré?, preguntó el carnicero y nos pusimos de pie para seguir bajando al pueblo. De todos modos, quien iba a pagar era el gobierno, agregó el vendedor de carne sin ponerse a pensar que ese dinero era de todos.

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