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Laberintos humanos. No lo somos

Sabado, 26 de diciembre de 2015 16:21
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Laberintos humanos. No lo somos

Cuando aquella mujer que amamantaba nos dio semejante lección de profunda humildad, sentada con su wawa bajo un molle y a esta altura del año, no nos costó pensar que podía tener algo que ver con los pesebres y la Navidad, y poco acostumbrados a los milagros, fue el Varela el que se lo preguntó de un modo tan enroscado que la hizo reír.

Todas las madres tienen algo que ver con el nacimiento divino, dijo con una sonrisa. Aquel gorrión que le lleva una lombriz a su polluelo tanto como el hombre que levanta las paredes de su casa, ¿no les parece? Cada quien, en su medida, es parte de este inmenso milagro, dijo a la vez que escuchábamos los gritos de una discusión y llantos de niños.

Claro que también somos nosotros los que lo vamos ensuciando a cada rato, agregó siempre sonriendo. Pero no debiéramos ser tan duros con nosotros mismos, continuó diciendo. No debiéramos reclamarnos ser prefectos, dijo, porque esa sería una forma de creernos Dios, y no lo somos.

¿No escuchan acaso esas quenas?, nos preguntó cuándo sentimos el son alegre de los villancicos que sonaban no muy lejos. Es una hermosa canción, ¿no lo creen? Y sin embargo, quienes están tocando algo tan lindo son gente que se manda tantas macanas como cualquiera de nosotros, no son ángeles y ni siquiera son los mejores de los hombres.

Eso no quiere decir que debamos permitirnos ser los peores, agregó algo seria. Pero tampoco podemos ser demasiado duros con nosotros para no serlo con los demás, dijo mientras limpiaba la leche de la boca del niño.

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