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Laberintos humanos. La refalosa | Laberintos Humanos

Sabado, 25 de abril de 2015 00:30
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Laberintos humanos. La refalosa

Cuando el toro arañó el pómulo del gaucho y una gota de su sangre le enrojeció la barba, vibró el teléfono celular en el bolsillo de Carla Cruz. Ella abrió la tapa para ver en la pantalla el rostro del Abuelo Virtual que le contó que en el comienzo reinó la discordia. Fue un combate del que se repitieron todos los que le siguieron.

Eran dos hombres de ideas diferentes, le dijo el Abuelo Virtual a Carla Cruz. Sus filos se cruzaban con tal velocidad que se iluminó la tierra. Cuando se topaban los cuchillos, estallaba el fuego, pero uno de los hombres clavó su daga en el cuello del enemigo y su sangre brotó sobre la tierra haciendo en ella un barro rojo.

El derrotado se desangró en el suelo. El vencedor se arrodilló para mojarse el dedo en ese barro de tierra y sangre que es gualicho poderoso y se dibujó una cruz en la frente, ese se hizo gaucho. El otro comenzó a refalarse en el barro hasta volverse bestia, le brotaron cuernos y una pelambre negra en los brazos, que se le tornaron patas y sus dedos engordaron en pezuñas.

Al derrotado se le hicieron las orejas puntiagudas y le brotó un rabo entre las piernas, y se alzó bufando, le dijo el Abuelo Virtual a Carla Cruz mientras ella veía el combate del gaucho con el toro. Y desde entonces es obligación del gaucho lidiar con el toro hasta caparlo, le dijo el Abuelo Virtual a Carla Cruz.

En lo bajo el combate repetía el relato que la voz metálica del Abuelo Virtual le narraba desde su teléfono celular, quien luego dijo que de ese combate nació la ley y la armonía del mundo.

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