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Voz de la tierra, voz de los hombres | Papa Francisco

Viernes, 19 de junio de 2015 00:00
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De la ciencia a la fe y a la ética para la política.
La ecología no es novedad en los documentos pontificios desde hace cincuenta años. La trataron Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el mismo Francisco. Ahora es el tema central de una encíclica, un rango importante de documento papal.
La cuestión del daño ambiental, de la deforestación, de la extinción de especies biológicas, del cambio climático, del calentamiento global, de las megalópolis, de la carencia de agua sana y disponible, etcétera, es muy discutida. Hay quienes niegan que esos fenómenos ocurran. Pero, junto con la observación directa de fenómenos evidentes, hay estudios serios y objetivos que señalan su realidad y gravedad. Varios de ellos incumben directamente a nuestro continente y a nuestro propio país.
Quienes niegan el problema ambiental acusan al Papa de dejarse llevar por algunos sectores políticos ecologistas. Francisco responde que su camino es el inverso, y denuncia los poderosos intereses que se ocultan detrás de algunas maniobras negacionistas, que manipulan la información pública y condicionan y someten a gobernantes en distintos países.
Los papas han escuchado todas las explicaciones y han dado crédito a aquellas que se han mostrado mejor fundadas. Provienen de instituciones académicas de la Iglesia y de diversos organismos de estudio. Teniendo en cuenta esos informes, Francisco formula en su segunda encíclica un análisis de tipo religioso y moral que interpela a todos los hombres, especialmente a los que tienen responsabilidades sociales.
El texto está dirigido no solo a los cristianos, sino a todo hombre de buena voluntad que quiera prestarle atención. Porque el problema y la solución nos pertenecen a todos. A los creyentes la encíclica nos da un renovado impulso para actuar en el sentido que propone.
El hilo del discurso va de las constataciones de simple evidencia a los análisis de la ciencia, los reflexiona desde la fe y la ética para sacar conclusiones para la política y para las diversas responsabilidades personales y sociales.
Laudato si
El título de la encíclica no está en latín, como es en general, sino en umbro, el italiano de Francisco de Asís en su "Cántico de las Creaturas" (1225). "Alabado seas", se dirige a Dios desde una teología y filosofía de la creación. El motivo y el sujeto primero de la alabanza al Creador son la existencia, la belleza y el orden de todas las creaturas. Luego también su servicio a los hombres.
El subtítulo "sobre el cuidado de la casa común" asume como eje las dos tareas bíblicas marcadas al hombre: cuidar y habitar-trabajar la tierra. La presencia y la actividad del hombre no es de por sí enemiga del planeta. El Papa no adhiere al antihumanismo ni idolatra la creación; tampoco se opone al desarrollo científico y tecnológico (inclusos los transgénicos).
Pero señala al hombre que la naturaleza no es solo materia disponible. En ella hay un orden y una finalidad puestos por el mismo Creador, accesibles a la observación y al estudio racional, que es necesario respetar. La conciencia ecológica ha crecido, pero todavía las medidas son insuficientes y son resistidas.
Es imprescindible hacer más. Con la ruina del planeta está en juego el destino humano. Aún se ignora el real alcance del daño infligido y del que está en desarrollo. El Papa desea incidir en la próxima Conferencia Mundial sobre el cambio climático que se realizará en Paris en diciembre próximo.
La mirada religiosa y filosófica descubre al hombre en el centro, puesto ahí por el Creador con una responsabilidad. No para que disponga abusivamente. El puesto del hombre en el cosmos reclama humildad para reconocer como hermanos a los elementos de la naturaleza: todos venimos de Dios y estamos hechos de la misma materia. También como madre: ellos nos dan el seno que nos cobija y el alimento con que vivimos.
El desarrollo del poder tecnológico como un fin en sí mismo, el consumismo, el relativismo axiológico son actitudes humanas a modificar. Los problemas ecológicos se aceleran, no son producto de procesos naturales ni son inevitables.
Las propuestas
Desde la conciencia religiosa y desde una ética humanista, Francisco busca movilizar una acción ecológica integral en diversos niveles.
Propone cambiar a estilos de vida austera contra el derroche y la generación irrefrenable de residuos. Investigar más y cambiar los modos de producción: rescatar lo reciclable, usar energía renovable y mitigar o evitar el impacto contaminante. Cambiar actitudes políticas para vencer las presiones de los intereses sectoriales. Asegurar el agua sana disponible como derecho humano esencial. Atender en el terreno el impacto en los sectores más pobres, y no aislarse en zonas privilegiadas mientras el entorno se vuelve irrespirable o inhumano para los demás. El desafío es educar en la solidaridad social y la conciencia ecológica integral.
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