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El Merval mostró un nivel de 11.329,40 puntos en una jornada negra para los mercados accionarios del mundo.
En Wall Street, los dos indicadores bursátiles más representativos operaron con fuerte bajas. En Estados Unidos, el índice Dow Jones industrial cayó 1,28%.
En la plaza porteña la actividad bursátil dejó un saldo provisorio de 8 alzas, 48 bajas y 4 especies sin cambios.
La comparación
El efecto griego se expande por el mundo a raíz de los crecientes temores de que Grecia finalmente abandone la eurozona. El corralito griego comenzó a funcionar cuando aparecieron las posibilidades de un default por no pagarle al Fondo Monetario Internacional.
En Argentina, en el 2001, también ocurrió algo similar. El país debió decretar un corralito debido a que entró en cesación de pagos con los acreedores externos.
En ese período tan crítico se denominó "corralito" a la prohibición expresa de disponer de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros. Era el gobierno de Fernando de la Rúa y de su ministro de Economía, Domingo Cavallo.
El corralito se prolongó casi un año, cuando se anunció oficialmente el 2 de diciembre de 2002 la liberación de los depósitos retenidos. El objetivo de las restricciones era evitar la salida de dinero del sistema bancario, intentando evitar así la ruina de las entidades financieras. Asimismo, resultó la oportunidad para lanzar una fuerte bancarización obligatoria de los miles de clientes que tenían las entidades financieras. Se buscó un mayor uso de los medios de pago electrónico, evitando así la evasión impositiva.
El mantenimiento del tipo de cambio fijo a través de la llamada convertibilidad, en el marco de una amplia liberalización financiera, desregulación económica y apertura comercial, duró una década.
En ese contexto la demanda era recesiva, la política cambiaria inhibió el crecimiento de las exportaciones y los elevados niveles de desempleo limitaron el consumo.
El Gobierno nacional tomó créditos en el exterior para financiar el fuerte desequilibrio financiero y para acumular reservas. Esta medida generó la esperanza para salvar al régimen de la convertibilidad, de manera que el dólar siga valiendo el peso argentino de entonces. Mientras se hacía toda esa estrategia e ingeniería financiera, la fuga de capitales ascendió a US$ 81.800 millones y para pararla se podía retirar $250 cada semana. La medida duraría 90 días, aunque se hicieron pagos con cheques.