Gimnasia y Tiro y Juventud Antoniana volverán a verse las caras, como hace dos meses, pero en un duelo mucho más picante y decisivo que el de la primera ronda. El albo buscará asegurar su clasificación y el santo irá por un lujo que le llegue por añadidura a tanto presente dulce, el de amargar a su enconado rival.
Nada es porque sí. Y así como el implacable Juventud de Alberto Pascutti hizo méritos para gozar del rélax de la clasificación anticipada por el mérito de una campaña futbolística que roza los picos de la excelencia, también es cierto que la irregularidad que persiguió a Gimnasia en media temporada hoy deja su pasaporte a la ronda de los ganadores en vilo.
El prolífico andar de Juventud en el campeonato (ganó 13 encuentros sobre 16, empató dos y perdió uno) se cimienta, principalmente, en la confianza y la estabilidad del equipo, en la convicción del entrenador en un modelo para conformar rápidamente una base y solidificar el funcionamiento a fuerza de consistencia, rodaje y respaldo. Prácticamente, desde que arrancó el campeonato, el santo sale de memoria, el hincha repite de corrido y sin titubear los once titulares que saldrán cada domingo, incluso hasta las primeras opciones de cambio son previsibles y prácticamente no hay sorpresas, a excepción de las enmiendas razonables a estas alturas por las lesiones lógicas del desgaste y por la acumulación de tarjetas amarillas. Más allá de los clarificadores números que componen la producción irreprochable del antoniano, los registros internos de presencias dentro del plantel también avalan el presente. Pascutti repitió los mismos once en el 70% de los partidos de la competencia y las veces que cambió fue por motivos de fuerza mayor (lesiones y suspensiones). El productivo y dúctil tándem del mediocampo Montiglio-Ceballos-López-Gómez no se desintegró casi nunca y diez de los once "típicos" iniciales del equipo fueron titulares al menos en 14 de los 16 partidos.
Distinta es la realidad de Gimnasia, que sufrió las constantes rotaciones en la era Luis Rueda que fueron en desmedro en su momento del entendimiento y la identidad del equipo; para luego sufrir el golpe de un cambio de entrenador y todo lo que eso conlleva: nuevas metodologías y libretos. En resumen, Gimnasia utilizó en total 27 jugadores desde que arrancó el torneo (22 en el equipo titular) y escasamente repitió un mismo equipo de un partido a otro, incluso en las victorias.
Por su parte, Juventud hoy cuenta con un 9 inamovible que la mete: Gustavo Balvorín, quien hizo 13 de los 30 tantos oficiales del santo en 2015. Mientras que el máximo cañonero del albo, Diego Bielkiewicz, llega a menos de la mitad (5), aunque la producción goleadora del equipo de la Vicente López fue sustancialmente menor, 18 hasta el momento. Hay marcada paridad en lo que se refiere a la solidez defensiva de uno y otro. El santo la fue a buscar 10 veces en su arco en 16 juegos y Gimnasia, 13.
El antoniano, también producto del sostenimiento de los mismos nombres, mostró un fútbol más atildado; y al millonario lo que le faltó de solidez y juego le sobró en carácter.
Sin embargo, difícilmente estos matices sean determinantes el domingo en un duelo que se encargó históricamente de despellejar toda lógica.