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En diálogo con El Tribuno, Silvia contó los pormenores de esta pelea, la cual no piensa abandonar. "El punto culmine de este problema comenzó en mayo de este año, cuando me dan el diagnóstico de autismo de las nenas", contó.
Esta madre tiene otros dos hijos, así que cuando nacieron Cony y Lucy tenía experiencia en el manejo de los chicos. "Cuando tenían dos años noté que las nenas no hablaban bien y tenían mucho retroceso. Pedí al pediatra una derivación para un neurólogo. Fueron atendidas por el doctor Ramiro Gil, quien me pidió que les realice una evaluación neuropsicológica. La licenciada Armesto fue la encargada de realizar el estudio", detalló Silvia.
El diagnóstico fue retraso madurativo y fue ahí cuando comenzaron a tener problemas con la obra social.
Para alcanzar el diagnóstico de las pequeñas, Silvia debió pagar los estudios de forma particular porque la obra social no quiso cubrirlos. Entre notas y cartas documentos, la prepaga terminó accediendo a la cobertura médica de las niñas cuando ya tenían 3 años cumplidos y hasta mayo de este año.
A fines del año pasado, Cony comenzó a tener problemas de conducta en la escuela. Se paraba en los rincones, se tapaba los oídos y se balanceaba. Entonces Silvia decidió consultar a los profesionales que la estaban tratando para ver qué era lo que pasaba. "Me dijeron que eran berrinches, que era normal, pero no me convenció el diagnóstico y busque otros profesionales. Dos especialistas de zooterapia me señalaron que Cony tiene TGD, que es un tipo de autismo y Lucy retraso madurativo, con algunas características de autismo en la niñez", contó.
El diagnóstico
El confirmar un diagnóstico, que ya sospechaba, fue crítico y devastador para la mamá. Luego de esto, Silvia Llanos presentó una nota en Boreal para informarles que se requería un cambio de profesionales. En aquel momento, y eso fue en abril, todo no parecía más que un trámite burocrático. Pero fue peor que eso. Al no estar en el padrón los profesionales que Silvia reclamaba para sus hijas le dijeron que debía atenerse a la lista autorizada por la obra social. Para agosto, la situación de las pequeñas era preocupante.
Así, la mujer pidió el padrón y se ajustó a los reclamos. Presentó todos los informes médicos de las chicas y el certificado de discapacidad. Boreal le reclamó un estudio con uno de sus profesionales. Silvia accedió, pero le pidieron, como último trámite, un supuesto estudio auditor en Mendoza 1060. Cuando Silvia llegó a esa dirección se encontró con las instalaciones del Centro Terapéutico CIBA. Allí le informaron que no la enviaban para una auditoria sino para que inscriba a sus niñas y las retire de la escuela a la que asisten.
Desde hace 5 meses estas nenas están sin asistencia y por ahora no hay novedades de que les otorguen el acompañamiento profesional que necesitan. Silvia sigue su lucha y espera una respuesta.