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Laberintos humanos. Extraños apellidos
Mi tía abuela Vernuce O´Hara, que no era irlandesa sino afro descendiente, fue la voz femenina del cuarteto de Parker, Jones, Brown y Rich en esa Nueva York de los años cuarenta. Tenía una voz, dicen, excepcional, llena de matices por los que transitaban los blues que improvisaba cada noche para su público.
Cada blues que brotaba de su singular ingenio, era una historia de amor frustrado caracterizada por la viva pintura de sus protagonistas, todos con extraños apellidos como Lamas, Cruz o Méndez, y cuando su adicción a las drogas ya fue insostenible, dicen que todas sus canciones se ambientaban en un pueblito del Ande sudamericano.
Vernuce, sin embargo, nunca salió del barrio neoyorquino en el que había nacido y lo ignoraba todo acerca de la geografía. Sin embargo inventó para sus canciones el nombre de un sitio llamado Tilcara, del que nadie se tomó el trabajo de corroborar en los mapas porque nadie daba dos centavos de dólar por su existencia.
Sólo muchos años después, el cuarto de sus cinco maridos, que se había enriquecido con la remasterización de las viejas grabaciones de Vernuce, supo que Tilcara existía en el norte de Argentina, y que en Tilcara vivía un sobrino de su esposa, nieto del segundo matrimonio de ella con el productor cinematográfico Al Dubin.
Bruce, que ese era el nombre de este hombre, odiaba a Al, que de los cinco maridos de la tía fue el único exitoso, pero guiado por las extrañas coincidencias, ya septuagenario, decidió viajar para conocerme. Así supe de la existencia de mi tía abuela.