Tras haber escrito una página en la historia del Dakar, al ser el primer argentino en ganar una etapa (y como debutante), a Kevin Benavides le tocaba comandar la etapa de 430 kilómetros denominada Jujuy-Jujuy, y si bien varió su posición durante el transcurso de la jornada, por la penalización a Barreda Bort y luego por la modificación de la hoja de ruta por parte de la organización, el salteño pudo terminar sin problemas con la moto en una etapa en la que nadie puede arreglar sus vehículos.
Apenas arribado al campamento jujeño, donde tuvo que dejar su moto en el parque cerrado y no tocarla hasta hoy a la hora de dirigirse a Uyuni (mientras su equipo espera allá), Kevin habló con El Tribuno. "Fue una etapa linda, rápida, técnica y por suerte me fue bien con la navegación, ya que me tocó abrir a mí por primera vez y estaba un poco nervioso", dijo.
Benavides también señaló que rápidamente se tranquilizó. "Y traté de ir concentrado", contó. Y lo mejor para la revelación de este rally fue que "la moto llegó bien".
"Yo también estoy bien y eso era lo más importante en esta etapa", dijo sobre el tramo considerado uno de las más complicados, por ser de maratón.
Con respecto al tiempo que le sacó primero Barreda y después Gonçalves, el joven de 26 años aseguró: "Salir abriendo, se pierde un poco de tiempo, y yo la verdad que no quiero estar loco con los tiempos. La estrategia era terminar bien con la moto".
Kevin dejó de ser una sorpresa para convertirse en una realidad, y orgullo del equipo sudamericano Honda. Y también comenzó a ganarse el mayor de los respetos por parte de sus colegas.
Benavides tuvo un hinchada propia durante la cuarta etapa, más precisamente en el tramo que recorrió cerca de San Antonio de los Cobres.
Daniel Echazú, organizador del Enduro del Valle, en el que Kevin tuvo sus primeras experiencias, se llegó al lugar con un inflable pintado con su nombre y su número asignado en la competencia (el 47). Además, estuvieron otros pilotos amigos de Kevin en el lugar.