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Laberintos Humanos. En el Prity Cat

Miércoles, 10 de febrero de 2016 00:30
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Laberintos Humanos. En el Prity Cat

Dicen que Jacobo buscó a la moza en cada una de las esquinas de las nueve noches de ese carnaval. Dicen que a nadie le dijo a quien buscaba porque se avergonzaba de no saber cómo se llamaba, y que se resignó sentado en el mercado, donde una mujer ancha le servía api con pastel.

Según el blues que aquella noche cantó Vernuce en el Prity Cat, Jacobo jamás la encontró y ese dolor le quedó pegado con la resaca en el alma. Pero ese es el final de la canción, no de su historia. Cuentan los abuelos de Tilcara que Jacobo la volvió a ver ya entrada la Cuaresma, y que ella no recordaba haberse ofendido porque bailaron juntos toda la noche de Carnaval Grande sin que él le preguntara el nombre.

En cambio, se cuenta que para San Juan la moza estaba embarazada, y que se casaron antes de Agosto. El matrimonio no fue gran cosa, ni bueno ni malo sino aburrido, y eso promovió la riña. Por una insondable fidelidad, que no era amor sino costumbre, siguieron juntos pero no felices, y llegaron a viejos sin poder explicárselo.

Lautara Quispe tuvo de Santiago otros dos hijos. Algunos cuentan que al menos uno de ellos pudo formar una familia digna de ser envidiada, pero que cuando Santiago enviudó, a la hora de poner un nombre y dos fechas en la lápida, cayó en la cuenta de que nunca supo cómo se llamaba aquella que por tantos años fuera su mujer.

Entonces, en la tarima del Prity Cat, Vernuce O´Hara dejó caer el rostro de su tristeza junto al pie del micrófono, y Charlie Parker sopló el fraseo de su saxo con un sentimiento inigualable.
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