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En el 2001, año en el que se fue de Salta, Alejandra vivía en el barrio Santa Ana I, en la zona sur, junto a sus padres, aunque estaba casada con Martín Salva, su compañero de ruta desde hace 15 años.
Antes de la crisis de diciembre del 2001, Alejandra y su marido decidieron partir a probar suerte a otro país. Como muchos salteños, decidió irse a vivir a Estados Unidos.
"En junio del 2001 me fui, junto con miles de argentinos que empezaron a emigrar a Europa o Estados Unidos, no había muchas oportunidades de trabajo en esa época", expresó Alejandra. Y agregó: "Me casé en Salta en enero de ese año y la idea de mi esposo era irnos para Sudáfrica. Él ya había estado allá, en Ciudad del Cabo, pero, por medio de su madre, Martín se enteró de que tenía unos primos viviendo en Estados Unidos, entonces cambiaron los planes".
Alejandra contó a El Tribuno que llegó a Estados Unidos gracias a que en ese tiempo un argentino podía ingresar al país solo con el pasaporte, no se necesitaba visa porque había un convenio. A partir del 2002 las medidas para entrar desde Argentina a Estados Unidos se endurecieron.
Como toda persona que abandona su pago, Alejandra también sufrió el desarraigo. "No fue fácil adaptarme a este país, llegué con un inglés básico. Tuve que acostumbrarme a los horarios de trabajo, a otro estilo de vida, que no es como el que tenemos nosotros en Argentina", expresó. Y continúo su relato: "Tuve que adaptarme a las costumbres de este país, dejar a mi familia, a mis amigos, a mis afectos. En mi caso yo dejé a mi mamá, a mi papá y a una hermana".
Dos grandes pérdidas
Durante estos quince años Alejandra pasó por muchas cosas, pero quizás la más dura fue perder a sus padres mientras estaba en Estados Unidos. "En estos quince años solo me queda mi hermana, ya que mis padres fallecieron. Por suerte tuve la posibilidad de que mi mamá y mi papá hayan venido en octubre del 2004. Mi mami falleció en noviembre del 2005 y mi papi en el 2011. Ya mis viejos no están y lo que más me dolió es que tampoco pude ir a despedirlos", expresó Alejandra.
A raíz de este triste hecho esta salteña ya no tiene tanto apuro en volver. Desde que se fue nunca más volvió a Salta y ahora tampoco sabe cuándo regresará. "Me imagino cuando me salgan mis papeles de residente. Tengo muchas cosas que hacer en Salta que quedaron pendientes, por ejemplo lo de mis padres, son cosas que uno tiene que resolver", añadió.
Vivir en Virginia
Durante el tiempo que lleva viviendo en Estados Unidos, nació su hijo, José María. En julio va a cumplir 12 y le encanta jugar al fútbol.
"Cuando llegué a Virginia mis primeros trabajos fueron en restaurantes, porque si no venís con un título es difícil. Yo terminé la secundaria y dije no estudio más", contó la salteña. Y agregó: "Lo típico, la nena que vive con los papás y necesitaba laburar. Yo casada y todo, mis viejos me seguían manteniendo. Eso acá no pasa. Los hijos a los 16 años se independizan y se van de la casa".
Alejandra aclaró que el norteamericano es frío, no es como el salteño. "Para los norteamericanos, los que son de otros países, sean de España, Bolivia, Argentina, Chile o Ecuador, son mexicanos. Para ellos, el latino es el mexicano", explicó.
Al principio fue difícil. Extrañaba mucho a su familia. Había dejado a su madre, que estaba enferma, a su papá, a su hermana y a sus amigos.
"Como van pasando los años uno ya se va a acostumbrando, todavía extraño un montón. Extrañás para las fiestas, cuando se festeja el día de la madre o el del padre. Extraño bastante, pero ya me adapté. Si me preguntabas hace 11 años si me quería ir, te contestaba que sí, que me quería volver", comentó.
Alejandra tiene una vida que está rodeada de amigos de todos lados del mundo: rusos, centroamericanos, bolivianos, chilenos, ingleses conforman su grupo de amistades.
"Acá la vida es igual, de casa al trabajo y del trabajo a casa. No hay vida social como allá. En Salta tenés tiempo para salir a tomar algo, acá no. En mi caso, recién estoy empezando a salir. Ahora que mi hijo está grande, me junto con mis amigas, antes no lo podía hacer, porque no tenía quién me lo cuide y dedicaba mi vida 100% a él", explicó Alejandra.