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24 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Johan Cruyff, el hombre sinónimo de de revolución

Jueves, 24 de marzo de 2016 10:07
Revolución es la palabra clave que identifica y atraviesa la línea futbolística de Johan Cruyff, astro eterno del seleccionado de Holanda y de Barcelona que falleció ayer a los 68 años, víctima de un cáncer de pulmón.
Revolucionario como jugador, revolucionario como entrenador. El holandés fue también revolucionario como hombre de ideas que dejó un legado no solo en el Ajax campeón de Europa e Intercontinental en los albores de los 70, sino también en la naranja mecánica de 1974, equipo que desmitificó esa frase que Carlos Bilardo enarboló tiempo después: "De los segundos no se acuerda nadie".
Cruyff es considerado, tal vez, el mejor futbolista europeo de todos los tiempos. Sabio dentro y fuera de la cancha para erigirse en el precursor del "futbolista de dos áreas", tal como se lo conoce hoy en día a los jugadores que intervienen y asumen preponderancia en ambos extremos de la cancha.
En Ajax, con apenas 17 años, Johan dio los primeros pasos de una trayectoria repleta de gloria. Con la modesta institución de Amsterdam, el centrocampista-delantero-defensor (porque Cruyff lo fue todo, en su justa medida) ganó seis Ligas, cuatro Copas, tres Copas de Europa, una Copa Intercontinental (derrotó a Independiente en la final de 1972) y una Supercopa Europea.
A mediados de 1973, ese flaco desgarbado y de pelo largo, que ya empezaba a inmortalizar la camiseta con el número 14 en la espalda, dio un paso fundamental en su carrera: se unió al Barcelona, institución a la que cambió por completo.
La estirpe culé, la de esa escuela distinguida como barcelonismo, establece que el arribo de Cruyff "hizo del Barça, otro Barça". Para muchos, el holandés transformó a la entidad blaugrana como "la mejor del mundo".
En su ciclo de jugador, la máxima proeza de ese equipo campeón de Liga en 1973-1974 se dio con un 5 a 0 pletórico, en el Santiago Bernabéu, ante un Real Madrid que terminó rendido a los pies de un fútbol excelso. Por esos días también Cruyff fue el engranaje más distinguido de esa pieza de colección en la que se erigió el seleccionado de Holanda, subcampeón del mundo en Alemania 1974.
Ese equipo de "fútbol total" que condujo Rinus Michels lo tuvo al número 14 como abanderado principal, con esa premisa de convertirse en jugador decisivo en los distintos sectores del campo.
Si ya era bueno lo que había hecho con Barcelona como futbolista, Cruyff sentó como DT las bases para que el Camp Nou disfrutara de sus equipos como si fuese al teatro, para aplaudir de pie a los protagonistas. Cuando asumió el cargo como entrenador, en 1988 y llamado por el cuestionado presidente de ese entonces, José Luis Núñez, el fútbol español se empecinaba en mostrar tácticas que incluían a líberos, carrileros y atacantes que se movieran por el frente de ataque.
"Jugar al fútbol es sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay", resultó una de las frases de cabecera que enarboló este fumador empedernido, que consiguió la Recopa de Europa en su primera temporada y la Copa del Rey en la segunda.
El espaldarazo a un estilo vertical (4-3-3), con extremos "pistoneando" por las bandas, se lo otorgó la obtención del título de la Copa de Europa 91-92, en el mítico Wembley, con Sampdoria como rival. Un tiro libre ejecutado por su compatriota Ronald Koeman, en tiempo añadido, diseñó el primer eslabón de una cadena de éxitos.
La conquista de cuatro ligas locales consecutivas (90-91; 91-92; 92-93 y 93-94) marcaron el pulso de un Barcelona dominante por esos años hasta su salida en la 95-96, tras una fuerte discusión que mantuvo con Joan Gamper. Sus continuadores en la banca, como Frank Rijkaard, Pep Guardiola o Luis Enrique no hicieron otra cosa que no traicionar esas ideas futbolísticas y profundizar la tan mentada revolución.

El mundo llora a Johan Cruyff

La muerte del mítico Johan Cruyff provocó una oleada de reacciones de aficionados de todo el mundo, pero también de grandes nombres del fútbol, que destacaron su aporte histórico y la magia de su filosofía de juego.
Estas son algunas de las principales reacciones tras la noticia de su fallecimiento:
Diego Maradona: "Nunca te olvidaremos, Flaco...".
Lionel Messi: "Nos deja otra leyenda".
Josep Maria Bartomeu (presidente del Barcelona): "Como jugador, como entrenador. Cambiaste la historia de nuestro Club. Gracias, Johan".
Javier Mascherano: "Adiós a uno de los grandes de este deporte llamado fútbol. Su legado es eterno".
Andrés Iniesta: "Un día triste. Se va una leyenda y una persona clave para el Barça y el fútbol. Mi más sentido pésame a la familia".
Romario: "Fue el mejor entrenador que tuve. Hoy, el fútbol pierde a uno de sus mayores iconos y yo pierdo a un amigo".
Ronald Koeman: "Profundamente entristecido por la muerte de mi mejor entrenador y mejor amigo. Por siempre en nuestros corazones".
Ronaldinho: "Hoy lamentamos la muerte de un gran líder, Johan Cruyff. Mi afecto para la familia de esta gran leyenda".
Sergio Agüero: "Que descanse en paz. Leyenda".

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Revolución es la palabra clave que identifica y atraviesa la línea futbolística de Johan Cruyff, astro eterno del seleccionado de Holanda y de Barcelona que falleció ayer a los 68 años, víctima de un cáncer de pulmón.
Revolucionario como jugador, revolucionario como entrenador. El holandés fue también revolucionario como hombre de ideas que dejó un legado no solo en el Ajax campeón de Europa e Intercontinental en los albores de los 70, sino también en la naranja mecánica de 1974, equipo que desmitificó esa frase que Carlos Bilardo enarboló tiempo después: "De los segundos no se acuerda nadie".
Cruyff es considerado, tal vez, el mejor futbolista europeo de todos los tiempos. Sabio dentro y fuera de la cancha para erigirse en el precursor del "futbolista de dos áreas", tal como se lo conoce hoy en día a los jugadores que intervienen y asumen preponderancia en ambos extremos de la cancha.
En Ajax, con apenas 17 años, Johan dio los primeros pasos de una trayectoria repleta de gloria. Con la modesta institución de Amsterdam, el centrocampista-delantero-defensor (porque Cruyff lo fue todo, en su justa medida) ganó seis Ligas, cuatro Copas, tres Copas de Europa, una Copa Intercontinental (derrotó a Independiente en la final de 1972) y una Supercopa Europea.
A mediados de 1973, ese flaco desgarbado y de pelo largo, que ya empezaba a inmortalizar la camiseta con el número 14 en la espalda, dio un paso fundamental en su carrera: se unió al Barcelona, institución a la que cambió por completo.
La estirpe culé, la de esa escuela distinguida como barcelonismo, establece que el arribo de Cruyff "hizo del Barça, otro Barça". Para muchos, el holandés transformó a la entidad blaugrana como "la mejor del mundo".
En su ciclo de jugador, la máxima proeza de ese equipo campeón de Liga en 1973-1974 se dio con un 5 a 0 pletórico, en el Santiago Bernabéu, ante un Real Madrid que terminó rendido a los pies de un fútbol excelso. Por esos días también Cruyff fue el engranaje más distinguido de esa pieza de colección en la que se erigió el seleccionado de Holanda, subcampeón del mundo en Alemania 1974.
Ese equipo de "fútbol total" que condujo Rinus Michels lo tuvo al número 14 como abanderado principal, con esa premisa de convertirse en jugador decisivo en los distintos sectores del campo.
Si ya era bueno lo que había hecho con Barcelona como futbolista, Cruyff sentó como DT las bases para que el Camp Nou disfrutara de sus equipos como si fuese al teatro, para aplaudir de pie a los protagonistas. Cuando asumió el cargo como entrenador, en 1988 y llamado por el cuestionado presidente de ese entonces, José Luis Núñez, el fútbol español se empecinaba en mostrar tácticas que incluían a líberos, carrileros y atacantes que se movieran por el frente de ataque.
"Jugar al fútbol es sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay", resultó una de las frases de cabecera que enarboló este fumador empedernido, que consiguió la Recopa de Europa en su primera temporada y la Copa del Rey en la segunda.
El espaldarazo a un estilo vertical (4-3-3), con extremos "pistoneando" por las bandas, se lo otorgó la obtención del título de la Copa de Europa 91-92, en el mítico Wembley, con Sampdoria como rival. Un tiro libre ejecutado por su compatriota Ronald Koeman, en tiempo añadido, diseñó el primer eslabón de una cadena de éxitos.
La conquista de cuatro ligas locales consecutivas (90-91; 91-92; 92-93 y 93-94) marcaron el pulso de un Barcelona dominante por esos años hasta su salida en la 95-96, tras una fuerte discusión que mantuvo con Joan Gamper. Sus continuadores en la banca, como Frank Rijkaard, Pep Guardiola o Luis Enrique no hicieron otra cosa que no traicionar esas ideas futbolísticas y profundizar la tan mentada revolución.

El mundo llora a Johan Cruyff

La muerte del mítico Johan Cruyff provocó una oleada de reacciones de aficionados de todo el mundo, pero también de grandes nombres del fútbol, que destacaron su aporte histórico y la magia de su filosofía de juego.
Estas son algunas de las principales reacciones tras la noticia de su fallecimiento:
Diego Maradona: "Nunca te olvidaremos, Flaco...".
Lionel Messi: "Nos deja otra leyenda".
Josep Maria Bartomeu (presidente del Barcelona): "Como jugador, como entrenador. Cambiaste la historia de nuestro Club. Gracias, Johan".
Javier Mascherano: "Adiós a uno de los grandes de este deporte llamado fútbol. Su legado es eterno".
Andrés Iniesta: "Un día triste. Se va una leyenda y una persona clave para el Barça y el fútbol. Mi más sentido pésame a la familia".
Romario: "Fue el mejor entrenador que tuve. Hoy, el fútbol pierde a uno de sus mayores iconos y yo pierdo a un amigo".
Ronald Koeman: "Profundamente entristecido por la muerte de mi mejor entrenador y mejor amigo. Por siempre en nuestros corazones".
Ronaldinho: "Hoy lamentamos la muerte de un gran líder, Johan Cruyff. Mi afecto para la familia de esta gran leyenda".
Sergio Agüero: "Que descanse en paz. Leyenda".

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