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Laberintos humanos. Correcciones

Martes, 12 de abril de 2016 01:30
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Laberintos humanos. Correcciones

Eso que ven volando es un dragón, les explicó don Justino a la Carlota y al Toronjil para luego agregar que lo que llevaba en sus garras era una princesa cautiva. Y cuando el Toronjil dijo que nunca los habían visto por allí, el juez preguntó si tampoco habían visto ese castillo.

Carlota y Toronjil, pero también Neonadio y, para ser sinceros, más aún el magistrado y don Justino, estaban de lo más sorprendidos al ver aquellas altas torres unidas por puentes de piedra, todo lo cual indicaba que aquello, como había dicho el juez, era un castillo emplazado donde nunca antes había estado.

Pistoccio y Júmere estaban ansiosos por entrar a semejante construcción de ensueños, deseo en que los secundaba Neonadio, algo también Toronjil y muy poco la Carlota, que era curiosa pero medio vaga. Vea don Dubin, ¿por qué me dice vaga? ¿Tiene alguna idea de las cosas que hice durante el día?, me preguntó.

Limpié la casa, arrié la majada y junté leña y agua y tuve tiempo para ver la novela, hilar, sacarle garrapatas a la perra y preparar la comida, me dijo y yo corregí lo escrito, poniendo en estos Laberintos que Pistoccio y Júmere Jumez estaban ansiosos por entrar a semejante construcción de ensueños, deseo en que los secundaba Neonadio, algo también Toronjil y la Carlota.

Bien, dijo Carlota Méndez encabezando a los otros cuatro hasta la misma puerta del castillo, cuyo puente bajó sobre el foso para dejarlos pasar, y así entraron nomás para vivir la extraña aventura que leeréis mañana en esta página dos de El Tribuno de Jujuy.

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