César Aguirre es docente de música y actualmente director de la escuela que desde hace dos años funciona en la Sociedad Sirio Libanesa de Tartagal, donde niños y adultos pueden perfeccionarse ejecutando todo tipo de instrumentos. Miembro de una familia en la que su madre, Eudosia Salustro, profesora de piano desde hace décadas de Campamento Vespucio, les inculcó el amor por la música, César no deja de insistir en sus intentos para que la enseñanza musical se jerarquice en una región donde muchos jóvenes deben emigrar para avanzar en su formación.
"Esto que básicamente parte como una vocación debe darle posibilidades laborales a mucha gente", dice Aguirre y pone el acento en que su madre enseña música en su conservatorio de la localidad de Recaredo desde hace 6 décadas, tanto en escuelas como particular. "Mi hermano menor es concertista de piano y está rindiendo la tesis como director de orquesta y otra hermana trabaja con un método de estimulación temprana utilizando básicamente la música. En mi caso, tengo un campo donde crío animales caprinos y un pequeño tambo y siento que puedo complementar ambas actividades haciendo terapia para personas con capacidades diferentes. Los animalitos pueden lograr cosas maravillosas en cuanto a estimulación y más si se complementan con la música".
El especial profesor nunca estuvo lejos de la música "y si algún tiempo dejé de enseñar fue porque no tenía un lugar físico. La Sirio Libanesa tiene una energía especial para este tipo de actividades y su presidente, Ciro Esper, está muy convencido en darle esa impronta cultural a la entidad con seis profesores que enseñan los instrumentos que yo no ejecuto".
Sin límite de edad
Para Aguirre, "todas las personas, niños o adultos, pueden desarrollar sus capacidades musicales, pero lamentablemente en todo el norte nunca hemos tenido una buena escuela de enseñanza de arte musical. Por ese motivo, quien quiere perfeccionarse o capacitarse se tiene que ir de la zona. Obviamente es oneroso acceder a una buena formación y una vez que estos estudiantes se van ya no regresan, porque no tienen ninguna posibilidad de seguirse desarrollando ni de insertarse laboralmente", lamenta. Reconoce a la profesora Sara Esper que brinda talleres corales, "pero para la educación de la voz se necesita un trabajo más sostenido; por eso creo que el departamento San Martín tiene que contar con una embajada cultural que sea apoyada por los municipios para que cada comuna cuente con un coro, una bandita de música, una pequeña orquesta. Se puede trabajar integrando a los chicos con capacidades especiales, porque no hay nada que sea más integrador que la música", sostiene.