inicia sesión o regístrate.
El de ayer a la mañana fue un ritual colorido, con el perfume y el sentir de los ancestros. Claro que no faltaron los nervios en la ceremonia: la mayoría de los niños estaba por primera vez como protagonista central, con su ofrenda y con su copla, con sus intenciones y agradecimientos a la tierra que todo lo da y de lo que todo se nutre.
Caminando con las coplas
El acto comenzó con la entonación del Himno Nacional, a cargo de integrantes del cuerpo infantil de policía de la Comisaría 8ª. Enseguida, varios cientos de niños y niñas se dirigieron hacia uno de los costados del anfiteatro donde estaba el mojón, presidido por la bandera del Centro de Residentes Vallistos y Puneños.
Desde el escenario partieron los chicos al son de las cajas y las coplas. "Gracias le doy a la Virgen, gracias le doy al Señor, gracias te doy Pachamama por haber nacido cantor"; decía un salteñito de la Capital. El turno siguiente fue el de una rosarino, quien fraseaba: "Yo soy nacido en los campos, mis padres son campesinos, defiendo las tradiciones de todo el Norte argentino".
Y así, cada uno de los chicos, de diferente procedencia, fueron acompañando el caminar hasta el sitio de la ceremonia central. Allí estaban las ofrendas, frutas, panes, bebidas, leche, coca, tabaco... Pero antes de cualquier movimiento, "el pedido de permiso a Dios y a la Virgen".
Recién después de rezar el Ave María y el Padrenuestro, se comenzó con el rito. Primero, se sahumó el mojón y al canto de "Que viva la Pacha de los niños", batió su paño un poncho salteño, de la mano de los chicos, quienes después siguieron cantando sus coplas.
El baile
Cerca del mediodía, fue el turno de las danzas folclóricas. Las academias Jesús de Nazareth, Madre Tierra, Poncho y guardamonte, Raíces y Ondas norteñas, desplegaron sus atractivos atavíos y coreografías, al compás de la música interpretada por pequeños artistas como Los Hermanos Burgos y los Hermanos Mercado, con sus singulares instrumentos de viento.
Salteños y turistas compartieron una celebración central en la agenda de cada agosto en Salta. La celebración de la Pachamama es un rito del que es muy difícil sustraerse.
La semana pasada fue el inicio de los festejos y seguirán durante todo el mes, con las sahumadas, las ofrendas, los pedidos y las gratitudes. Es una devolución simbólica a la tierra por todo lo que ella provee. Y el pedido casi desesperado para que "no deje faltar la agita para que todos los frutos florezcan", como dice una de las coplas. Así, los chicos homenajearon a la Pachamama, como forma de asegurar la continuidad de esta orgullosa herencia que caracteriza a los pueblos andinos y por la que agosto tiene una significación especial.