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“Cuando nuestros primeros ancestros afilaron el borde de una roca para desgarrar un animal muerto, quizá sin saberlo habían inventado una de las herramientas más útiles y que ha perdurado hasta nuestros días. Aquí el puñal salteño formó parte fundamental de la historia, ya que fue el arma por excelencia en la guerra gaucha que condujera el general Güemes, junto con lazos, boleadoras y escasas armas de fuego”, relata Federico Teruel (52), mientras pule una hoja sobre una banda de mica, ejecutando con sus manos movimientos hipnóticos.
La fabricación de puñales es labor de artesanos especializados y el oficio que Federico, nacido en Cafayate, desarrolla hace más de tres décadas. “Aprendí un poco viendo, tenía amigos herreros que hacían esto por hobby y también para comerciar, y de ellos fui aprendiendo”, comenta. Añade que treinta años atrás solo el contacto personal con artesanos posibilitaba entender cómo tres oficios, el de metalúrgico y forjador, el de platero y el de carpintero, se aliaban para trasmutar el acero y la madera en un cuchillo. “En aquella época nadie te enseñaba nada, no había como hay ahora realities que te enseñan a hacer cuchillos y espadas. Eso está de moda hoy, pero cuando yo comencé era muy poco lo que había, ya fuera para adquirir insumos para tu oficio o información. Ahora hay hasta talleres en Buenos Aires. A mí me tocó la época difícil”, describe. Su pasión es tan vigorosa como la de los artesanos que están en carrera en “Forjado a fuego”, el reality show de History Channel a través del cual el espectador viaja por la historia de la creación de espadas, una apasionante competencia que se disputa bajo tiempos imposibles.
“El alma del cuchillo es el acero, y ahí está la ciencia de la cuchillería porque tiene dos aspectos: una parte de arte y otra de ciencia. La parte de ciencia se relaciona con la siderurgia, porque hay que conocer la dureza y las cualidades que tienen los aceros. El acero es la parte funcional del cuchillo, la que tiene que cortar y servir. Después está la otra parte, el aspecto artístico o visual. Ahí entran otro tipo de materiales, como la madera y el cuero. Además, hay muchos materiales que se usan para el cabo, que tiene una parte funcional, el agarre, y le aporta la belleza. Por último, está la platería, que viste a esta herramienta”, instruye. Federico trabaja con acero SAE 5160, del que apunta que le ha dado resultados óptimos en performance, por su dureza, elasticidad, retención de filo y resistencia a la corrosión. Para los cabos emplea plata o alpaca, astas de ciervo y maderas de guayacán y quebracho colorado. También de sus viajes por Bolivia ha traído maderas de almendrillo, tajibo y curupaytí. “Experimentando, me di con cosas bellas en maderas exóticas en cuanto a la veta y la dureza”, señala.
Horas y horas pasa Federico en su taller, dominado por una buena factura. Mientras él la trabaja, cada hoja despliega su doble facultad de poder y de obediencia. De alguna manera las manos y el metal se enlazan y forman un eslabón más en la cadena de pertenencia eterna. “El cuchillo para mí es especial, porque tiene una doble función: es una herramienta y un arma. Y es, desde mi punto de vista, una de las herramientas más nobles que existe, todo depende de quién la use y cómo”, expresa al sopesar entre los dedos la calidad del doble bisel del filo, mientras el metal presiente el objetivo de supervivencia para el que lo creó el hombre.
“Un cuchillo artesanal tiene muchas particularidades. Es un cuchillo hecho con mucha más dedicación que uno de fábrica, de donde salen de a golpes y de a cientos, y donde no tienen un control de calidad tan estricto como una pieza que está hecha una por una. Cada pieza está hecha con amor y quien se la lleva se lleva algo del alma del que la ha creado, y es una cosa tan linda ver nacer de tus manos una pieza que a otro lo va a acompañar toda la vida”, cierra y en sus ojos se reflejan las chispas que, sometido, deja escapar el acero.
Un oficio que se practica en soledad
Algunas de las piezas elaboradas por Federico Teruel fueron enviadas a España, Noruega y México, y a diario otras son compradas por coleccionistas que buscan completar sus panoplias con cuchillería tradicional salteña. Además, su arte inspiró a Luis Salgado a componer el poema “Puñal salteño”. Aunque Federico es célebre, dice que le entibia el corazón reconocer sus objetos entre la vestimenta del “gauchaje de su provincia”. Sin embargo, reconoce que el del cuchillero es un camino difícil, que conlleva frustraciones y fracasos “hasta que en algún momento la gente comienza a apreciar lo que uno hace”. Él no tiene local, aunque sí una página web, cuchillosteruel.com.ar, y una fanpage homónima de esta, que son su vidriera hacia el mundo. “Tengo clientes fijos acá. Por ejemplo, mis trabajos se venden en la tienda de recuerdos del Museo Güemes. Después está el cliente que directamente me contacta, ya sea para comprar modelos terminados que ven en catálogos o para algún pedido especial. Así, he vendido cuchillos a distintos lugares del mundo”, describe.
Los cuchilleros van tomando contacto en exposiciones especializadas, a nivel nacional e internacional. Federico apunta que existen dos convenciones particulares a las que no deja de asistir, una es la Muestra Anual de Cuchillería (MAC) de Buenos Aires y otra que se efectúa en el Club Español.
“La MAC es la más importante, y suelo participar en esa muestra. Generalmente hay algún premio o mención para algún trabajo destacado, pero no hay competencia, o la competencia la establecen el mercado y el propio cliente. El que trabaja bien vende y el que no, más o menos, funciona como cualquier otro rubro”, evalúa.
Especialidad
Federico añade que el artesano y artista del cuchillo nunca abandona el propósito de mejorar día tras días y de apuntar hacia la excelencia. “La mano de obra es bastante especializada. Tengo un ayudante, pero la ayuda que puede darme es limitada. Esto se asemeja a un pintor que pinta un cuadro: el asistente te puede ayudar a acomodar el lienzo o traerte la pintura, pero la obra tenés que hacerla de punta a punta vos”, define. Cada cuchillo le insume bastante tiempo. “Para la parte gruesa, del corte de material y parte del devastado, tengo gente que me ayuda, pero todo el trabajo final, el tratamiento técnico y las partes que hacen que el cuchillo funcione como tiene que funcionar, esas las hago personalmente. Eso más de un día me lleva, siempre y cuando las hojas se hagan en un momento, en otro se van cavando”, describe.
El taller de Federico está muy bien equipado. Él mira su entorno y arde en sus pupilas una chispa de sorpresa. “Al comienzo era solo una pasión por los cuchillos y las actividades manuales, pero ahora es mi profesión”, concluye.
Los mitos en torno del cuchillo
Federico comentó que en torno de la vida útil del cuchillo se agitan muchos mitos. “Unos dicen que con él no hay que cortar cebolla ni limón, otros que no hay que lavarlo con agua caliente y sí guardarlo con la grasa del asado. Un cuchillo del bueno tiene que servirte para todo: tanto si querés carnear o cuerear como si querés cortar cebolla”, definió. Añadió que en primera instancia el cuidado del objeto depende de con qué acero haya sido fabricado. “El inoxidable requiere un poco menos de cuidado que el de carbono. Al cuchillo cuando lo terminás de usar, lo tenés que lavar con un poco de detergente y agua, secarlo bien y ponerlo en su vaina. También hay que mantener el filo con una piedra fina cada vez que se lo usa. Y no hay que darle un uso inapropiado: un cuchillo no es un destornillador, un machete o un hacha”, instruyó. Para afilar un cuchillo hay innumerables métodos. El más popular versa que hay que trabajarlo como cortando hacia el lado del que lo afila. “Lo hago con una piedra de diamante. El cuchillo tiene dos ángulos: el de desbaste, que va desde unos 5 mm del lomo hasta unas décimas de mm del lado del filo, y el de ataque es un pequeño bisel que se hace para que uno no asiente toda la cara del cuchillo al afilarlo. Se lo asienta de cara y se le busca el ángulo de ataque y se lo arrastra no hacia el cuerpo, sino hacia el otro lado, y luego se lo lleva también hacia el cuerpo”, detalló.