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Verónica Casasola [email protected]
El inicio de la Semana Santa tuvo ayer un Domingo de Ramos en el que la Iglesia Católica llamó a vivir sin "división ni enfrentamientos". La misa central se desarrolló en la Catedral Basílica y contó con la homilía del arzobispo Mario Cargnello. En ella, el concepto de la envidia fue analizado no solo como un pecado capital sino como aquello que quita la capacidad de ver la verdad, alimenta en el corazón la conspiración, intriga y destruye.
Las actitudes que se deberían cultivar en estos días e inspiradas en la palabra de Dios también fueron ejes centrales del sermón. "Podríamos pensar en tres actitudes fundamentales: luchar contra todo lo que divide, en particular contra la envidia; consolidar nuestra confianza en el Padre y estar disponibles a la acción de Dios que quiere de alguna manera hacer algo nuevo en nuestro corazón", manifestó Cargnello en el principio de su comentario sobre el Evangelio. El mismo que relató la pasión de Cristo, según el libro de San Mateo.
"Dios está siempre dispuesto a abrazarnos y de modo muy especial en esta Semana Santa", destacó el arzobispo.
El llamado a la unión y al permitir que la luz de Dios entre al corazón de la humanidad estuvieron reflejados en cada una de las lecturas bíblicas (libro de Isaías y carta del apóstol San Pablo a los filipenses) que precedieron al Evangelio.
La celebración que marca el inicio de la semana más esperada por la fe cristiana no se mostró ajena al pedido por la paz de Siria y Venezuela.
Procesión
Los ramos de palmas y olivos acompañaron el paso de los fieles que participaron de la procesión previa a la misa de Domingo de Ramos. La caminata inició desde iglesia de La Merced y se desplazó hasta la Catedral.
Movidos por la fe y la necesidad de reafirmar su condición de cristianos, muchos eligieron ser parte de la procesión. De Salta, Jujuy y Buenos Aires, entre otras provincias, los concurrentes no perdieron la oportunidad de relatar el motivo de su participación.
"Venimos a dar testimonio de nuestra fe. Y reafirmar nuestra condición de hijos de Dios", dijo a El Tribuno Edith López, de barrio Miguel Ortiz, para quien era la primera vez que participaba de la procesión.
"Significa revivir la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y ser parte de esto es un honor para cualquier creyente", manifestó Facundo Calderón.
Al finalizar la misa se procedió a la bendición de ramos. Sin dudas, un momento más que especial y que se repitió en cada una de las iglesias que integran la arquidiócesis de la provincia.